Pastilla 100 % natural para el ardor de estómago
La historia para sustituir al omeprazol tiene truco.

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La idea de un remedio natural para la acidez, que cuide la microbiota y sea “tan eficaz” como el omeprazol es muy atractiva, pero…
Te contamos, con todo nuestro ojo crítico, si está justificado cambiar tu omeprazol por este producto “natural” sin pensarlo mucho.
Imagina la publicidad:
“Protege tu estómago de forma 100 % natural, sin efectos secundarios, sin alterar tu microbiota, biodegradable y respetuoso con el medio ambiente. ¿Quién querría seguir tomando omeprazol?”
Suena casi perfecto, ¿no? Un producto “natural” que promete hacer lo mismo que un fármaco clásico, pero sin sus problemas. Eso es, precisamente, lo que se pretende promocionar con algún agente “protector de la mucosa” como “Poliprotect” (un preparado que contiene derivados del aloe vera, minerales y moléculas que provienen de la manzanilla o el regaliz).
Supuestamente, estas sustancias forman una capa protectora en el esófago y el estómago. Como suele suceder, te plantean un modelo mecanicista casi perfecto que permite contar una historia creíble desde el punto de vista biológico.
Sobre el papel, la idea es muy atractiva. El problema llega cuando miramos qué pruebas científicas tenemos realmente.
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La promesa del protector natural del estómago: un remedio que lo tiene todo
El relato alrededor de este tipo de productos suele ser algo así:
- Refuerzan la barrera que protege la mucosa del esófago y el estómago.
- Actúan frente al ácido y el reflujo.
- Son 100 % naturales, biodegradables y sin impacto ambiental.
- No interactúan con otros medicamentos.
- No perjudicarían a la microbiota intestinal, al contrario que los inhibidores de la bomba de protones (IBP) como el omeprazol.
- Podrían usarse cuando el IBP está contraindicado o para ayudarte a dejarlo.
Hasta aquí, la teoría. Vamos a la parte incómoda: qué pasa cuando se pone a prueba en un ensayo clínico.
El “Poliprotect” entra en escena
Hace un par de años se publicó un ensayo que comparaba este protector “natural” con omeprazol en personas con pirosis/dolor epigástrico moderado y endoscopia normal (es decir, sin úlceras ni esofagitis erosiva).
El tipo de estudio es “peculiar”. Pertenece a un tipo especial de ensayo clínico que se denomina de “no inferioridad”. Es decir: el producto nuevo que se quiere probar (“poliprotect”, en este caso) no busca ser mejor que el omeprazol en eficacia, sino “no mucho peor”. A cambio de esta reducción “aceptable” en eficacia, el producto que se prueba debe tener alguna otra ventaja teórica. En el caso que nos ocupa: más seguro, más “amable” con tu microbiota y más “ecológico”.
Te contamos a continuación una versión sencilla del diseño del estudio:
- Se dividió a los pacientes en dos grupos: Uno tomó omeprazol (el IBP clásico). El otro grupo tomó el producto natural (“Poliprotect”).
- El seguimiento “estricto” duró solo 2 semanas. Este período de tiempo es relevante, ¡no lo olvides! Luego mantuvieron alguno de los fármacos e hicieron otras virguerías que artefactan el diseño y en las que no entraremos.
- Se midió cómo mejoraban los síntomas de ardor y dolor usando una escala de 0 a 100.

¿Y cuáles fueron los resultados? Muy resumidos:
- Los dos grupos mejoraron: tanto con omeprazol como con el producto natural.
- El omeprazol mejoró algo más los síntomas, pero la diferencia no fue enorme.
- Los autores concluyen que el producto natural es “no inferior” al omeprazol en ese contexto concreto y a corto plazo. Esto último, de nuevo, en negrita.
Hasta aquí, te podría parecer una buena noticia. Pero hay varios “peros” importantes.
Un antiácido natural bajo la lupa
El problema es que, cuando miras el ensayo con espíritu crítico, la cosa no es tan sólida.
Primer problema: Pacientes muy seleccionados
No se incluyeron a los típicos pacientes que vemos en la vida real y vienen a consulta, sino un grupo bastante filtrado:
- Síntomas leves-moderados, no graves.
- Endoscopia normal. No podían tener lesiones ni erosiones de ningún tipo.
- Se excluyó a quienes no respondían bien a antiácidos o IBP (es decir, se dejó fuera a muchos pacientes difíciles).
- Tuvieron que suspender medicación previa y pasar por un periodo de lavado.
Resultado: se recluta una población más bien “favorable”, con pocos síntomas y cierta tendencia a responder a tratamientos en general. Eso hace más fácil que cualquier intervención, incluida la natural, salga bien en la foto.
Lo segundo: Seguimiento corto para un problema crónico
El resultado principal de la efectividad de los dos tratamientos se evaluó a las 2 semanas.
Para una enfermedad en la que se recomienda que te trates 4–8 semanas (y muchas veces durante meses o años), esto nos dice muy poco de lo que pasa a largo plazo.
En cristiano: Sabemos que a pocas semanas vista los síntomas bajan con ambos productos, pero no sabemos qué ocurre si seguimos 3, 6 o 12 meses.
Y la mayoría de los pacientes con reflujo o dispepsia viven justamente en ese terreno de la cronicidad.
Punto tercero: Un margen “generoso” de tolerancia al fallo del remedio natural y un estudio pagado por el fabricante.
El estudio se diseñó como un ensayo de no inferioridad: no buscaba demostrar que el producto fuera mejor que el omeprazol, sino que no fuera mucho peor dentro de un margen que, en términos sencillos, era bastante cómodo para el “Poliprotect”.
El estudio lo financió la empresa que fabrica el producto natural y algunos de los autores son consultores en ella. Eso no invalida los resultados, pero obliga a interpretarlo con más cuidado.
Resumiendo:
- Se aceptaba que el producto natural pudiera ser algo menos eficaz.
- Aun así, se le etiquetaría como “no inferior” si no perdía demasiado terreno frente al omeprazol.
Y aun con ese planteamiento favorable, el resultado de “no inferioridad” quedó justito.
Punto final: Sin demostración de ventajas reales para el paciente
¿Y qué pasa con todas esas promesas?
- Seguridad: en el ensayo, los efectos secundarios fueron mínimos en los dos grupos. El estudio no tiene tamaño ni duración suficientes para probar que el producto natural sea más seguro que el omeprazol.
- Microbiota: se vio que el omeprazol la modificaba algo y el producto natural no. Interesante, sí… Y habrá que mirarlo con más detalle en futuros estudios. Pero no se tradujo en menos infecciones, menos diarrea ni en ningún beneficio clínico medible. Es lo que llamamos un marcador subrogado, no un beneficio que, como pacientes vayas a notar.
- Embarazo, infancia, interacciones, medio ambiente: se mencionan como supuestas ventajas, pero no se estudian en el ensayo al que nos referimos. No hay datos sólidos que respalden esos puntos, sino que se apoyan en información teórica.
En resumen: el ensayo muestra que, en un grupo muy concreto y durante pocas semanas, el remedio natural “no lo hace demasiado mal” frente a omeprazol.
Pero está muy lejos de demostrar que sea la alternativa que promete el marketing, ni que deba sustituir al tratamiento estándar.

Natural no significa probado
Aquí está la piedra de toque de todo esto.
“Natural” es una palabra que nos encanta porque suena a seguro, sano, “sin química”. Pero:
- Muchas sustancias naturales son potentes (para bien y para mal). De hecho, no es raro que, algunos preparados de herbolario (como algunos fármacos convencionales) puedan producir toxicidad en el hígado.
- Que algo sea natural no implica que funcione.
- Que algo sea natural no demuestra que sea más seguro que un fármaco clásico.
En el caso de este producto:
- La historia que te cuentan está plagada de argumentos teóricos. Y está bien contada (también lo están los cuentos de los Hermanos Grimm): barrera mucosa, microbiota, biodegradabilidad, falta de interacciones, posible uso en embarazo / infancia…
- Cuando miramos los datos duros, lo que tenemos es un único estudio a corto plazo, en una población seleccionada, sin demostrar ventajas clínicas claras más allá de “no ir mucho peor” que un IBP en síntomas moderados (y está financiado por el fabricante).
Desde el punto de vista de la medicina basada en la evidencia, eso es muy poco para afirmar que tenemos una alternativa sólida y “científicamente validada” al omeprazol.
Entonces… ¿el “Poliprotect” es malo? ¿Lo tiro a la basura?
No necesariamente. Decir que no hay pruebas sólidas de utilidad general no es lo mismo que decir que el producto sea malo o peligroso.
Lo que podemos decir con honestidad hoy es algo así:
- Tiene una base teórica creíble. Repito… ¡teórica!
- Tiene un ensayo clínico que sugiere que puede ayudar a algunos pacientes con dispepsia y acidez no complicadas, unas pocas semanas.
- Pero la evidencia actual es limitada y está muy condicionada: no basta para colocarlo al mismo nivel que los IBP en las guías ni para recomendarlo como sustituto sistemático.
Podría tener su espacio como opción complementaria, como algo a considerar en contextos muy concretos y siempre hablando con el profesional sanitario. Pero asumir que se ha logrado una “solución natural para los ardores” es ir unos cuantos pasos por delante de lo que permite la ciencia: “Dato mata relato”.
Cómo norma general
Algunas ideas prácticas para no perderse interpretando estudios comparativos:
- Desconfía de las promesas redondas
Si un producto asegura que es “tan eficaz” como un fármaco estándar, pero además más seguro, más natural, más ecológico y barato… sospecha. En ciencia rara vez existe el “lo tiene todo” sin letra pequeña. Para empezar, la traducción de estos ensayos de “no inferioridad” es: “no es mucho peor”.
- Pregunta siempre: “¿Qué ensayos hay?”
No vale “hay muchos estudios” si luego son datos observacionales y de calidad metodológica o diseño mejorables. Lo que realmente pesa son ensayos clínicos comparativos, preferiblemente independientes y bien diseñados. Por ahora, solo tenemos este único ensayo clínico.
- Natural ≠ inocuo, ni superior
Ten en cuenta que “natural” es una descripción. No es un sello automático de calidad. Pregunta por efectos secundarios, interacciones y evidencia científica igual que lo harías con cualquier pastilla de tu farmacia.
- No cambies tu medicación por tu cuenta
Si estás tomando omeprazol o cualquier IBP, no lo suspendas ni lo sustituyas por un producto “natural” sin hablarlo con tu médico. Cambiar dosis o retirar un IBP puede tener consecuencias (rebote de ácido, empeoramiento de síntomas, etc.).
Conclusión
La idea de un remedio 100 % natural que proteja tu estómago, cuide tu microbiota, sea ecológico y además funcione tan bien como el omeprazol es muy seductora. Ojalá fuera tan sencillo como cambiar una pastilla por otra y que te olvidaras de tus molestias digestivas.
Pero cuando nos alejamos de la publicidad y miramos lo que hay detrás, vemos esto:
Un producto con una historia bonita y una base teórica interesante,
apoyado en un único ensayo clínico con muchas limitaciones y condicionantes favorables (pacientes muy seleccionados), que está lejos de demostrar que sea una alternativa potente.
Las terapias naturales pueden tener un papel, pero la etiqueta “natural” no sustituye a la evidencia científica. Y, por ahora, la evidencia que tenemos con este fármaco es, siendo generosos, que es insuficiente para colocarlo al nivel de los tratamientos estándar ni para presentarlo como la solución al ardor de estómago.
Si tienes síntomas digestivos que no te dejan estar tranquilo, la mejor recomendación sigue siendo la de siempre: hablar con tu especialista de digestivo, revisar la causa, ajustar el tratamiento y usar solo aquello que esté respaldado por datos científicos sólidos.
PREGUNTAS FRECUENTES
1. ¿Debería dejar el omeprazol y pasarme a un remedio natural?
No tomes esa decisión por tu cuenta. El omeprazol y otros IBP tienen indicaciones claras y retirar o cambiar el tratamiento puede empeorar tus síntomas o no abordar el problema de base. Coméntalo siempre con tu médico.
2. Si el estudio dice que el remedio natural “no es peor” que el omeprazol, ¿no es suficiente?
No. El estudio duró poco tiempo, con pacientes seleccionados (síntomas leves y no complicados) y estaba financiado por el fabricante. No demuestra superioridad ni ventajas claras en cosas importantes para el paciente como seguridad a largo plazo, menos complicaciones o mejor calidad de vida.
3. ¿Cómo puedo saber si un producto “natural” está realmente respaldado por ciencia?
Pide que te enseñen ensayos clínicos comparativos (no solo estudios en células o encuestas), mira si hay más de un estudio, si son independientes y si las conclusiones del artículo coinciden con los datos, no solo con la publicidad.