Descifrando el Reflujo Gastroesofágico (RGE): La guía más completa

Problemas derivados del reflujo gastroesofágico

El Dr. Jose Carlos Marin Gabriel explica la terapia digestiva para luchar contra la hernia de hiato y el reflujo gastroesofagico efe 1170x752

El Dr. José Carlos Marín Gabriel señala que un factor clave detrás del reflujo gastroesofágico es la disfunción del esfínter esofágico inferior. Este músculo que actúa como una especie de válvula, que se encuentra entre el esófago y el estómago, debería permitir el paso de alimentos y bebidas exclusivamente durante la ingesta. Sin embargo, condiciones como el exceso de peso y la ingesta de ciertos medicamentos, pueden debilitar este esfínter, propiciando así el reflujo de contenidos estomacales.

El esófago actúa como un conducto muscular revestido por células escamosas y mucosa que transporta saliva, líquidos y alimentos sólidos hacia el estómago.

Existen múltiples factores que determinan por qué algunas personas son más propensas a experimentar reflujo gastroesofágico y, potencialmente, a desarrollar la enfermedad relacionada (ERGE). Entre estos se incluyen diferencias anatómicas individuales y hábitos de vida específicos, como una dieta rica en grasas, o el consumo de tabaco y alcohol.

El reflujo puede llevar a que contenidos estomacales, ricos en ácidos y enzimas digestivas como la pepsina, asciendan hasta la boca.

Adicionalmente, si este contenido ácido entra en contacto con las vías respiratorias, puede provocar tos, irritar la garganta y desencadenar episodios de asma. En situaciones extremas, el reflujo importante puede incluso causar neumonía.

Muchas personas sufren de reflujo gastroesofágico

El Reflujo Gastroesofágico representa un desafío significativo en el panorama de la salud, impactando a una considerable fracción de la población mundial. Las estimaciones sugieren que aproximadamente el 20% de los habitantes de naciones occidentales padecen síntomas de reflujo al menos una vez por semana, un dato que subraya su prevalencia.

Este elevado porcentaje se debe a cambios en las pautas alimenticias y a los modos de vida actuales, así como a un incremento en la sensibilización sobre esta problemática. Dicha sensibilización ha propiciado que más individuos busquen diagnósticos precisos y tratamientos efectivos para manejar sus síntomas. Es crucial reconocer que, si bien el reflujo gastroesofágico, es una afección extendida, no debe subestimarse su importancia. Una gestión adecuada de esta condición es esencial para evitar consecuencias adversas y favorecer una mejora notable en la calidad de vida de quienes la padecen.

Además, es relevante mencionar que las complicaciones vinculadas al reflujo gastroesofágico, pueden ser descubiertas incidentalmente durante una gastroscopia realizada por otras razones. Este fenómeno puede atribuirse al hecho de que aproximadamente el 20% de los afectados por el RGE pueden no manifestar síntomas evidentes. La buena noticia es que la identificación y tratamiento oportuno de esta condición pueden prevenir el desarrollo de complicaciones más serias.

La prevalencia y el impacto del reflujo gastroesofágico, en la población requieren una atención meticulosa, no solo para gestionar los síntomas y mejorar la calidad de vida, sino también para identificar y tratar a aquellos individuos asintomáticos que, sin saberlo, podrían estar en riesgo de complicaciones. La concienciación y el manejo proactivo son claves en el abordaje integral de esta frecuente condición médica.

Síntomas de la enfermedad del reflujo gastroesofágico

La Enfermedad por Reflujo Gastroesofágico (ERGE) es un trastorno digestivo que puede manifestarse a través de una amplia gama de síntomas, afectando no solo la calidad de vida, sino también indicando la necesidad de una evaluación médica adecuada para evitar complicaciones. Entre los síntomas típicos se incluyen la pirosis (conocida comúnmente como acidez), un dolor torácico que no está relacionado con afecciones cardíacas, y la regurgitación, que se refiere a la sensación de que el contenido estomacal asciende hasta la garganta o la boca sin llegar a vomitar.

Además de estos síntomas más reconocibles, existen otros indicativos que pueden sugerir la presencia de ERGE. Entre ellos se encuentran las erosiones dentales, un signo menos conocido que resulta de la exposición frecuente del esmalte dental al ácido estomacal regurgitado, lo que puede llevar a un deterioro significativo de los dientes.

La tos crónica y el asma son síntomas respiratorios que también se han asociado con el reflujo. Aunque el vínculo entre estos síntomas y la ERGE ha sido documentado, es importante señalar que el reflujo gastroesofágico es solo una de las posibles causas subyacentes y, en muchos casos, la probabilidad de que sea el origen definitivo de estos síntomas respiratorios es relativamente baja. Esto subraya la importancia de un diagnóstico integral para identificar correctamente la causa raíz y asegurar un tratamiento efectivo.

La ronquera puede ser otro indicador de ERGE, resultado de la irritación crónica de las cuerdas vocales por el ácido regurgitado. Del mismo modo, la sensación de tener un «globo esofágico», donde el paciente siente como si tuviera una presión o un globo en su esófago, es otro síntoma que puede aparecer.

Las náuseas y el dolor abdominal, junto con otros síntomas como el dolor epigástrico —localizado entre el ombligo y las costillas— y la distensión abdominal, también pueden estar presentes. Sin embargo, en ausencia de los síntomas típicos antes mencionados, la conexión de estos con la ERGE es improbable. Esto destaca la variabilidad de los síntomas de la ERGE y la necesidad de una evaluación cuidadosa por parte de los profesionales de la salud.

Aunque la ERGE es principalmente conocida por síntomas como la pirosis, la regurgitación y el dolor torácico no cardíaco, existe una gama más amplia de manifestaciones que pueden indicar su presencia. Es crucial que los pacientes que experimentan estos síntomas consulten con un especialista para obtener un diagnóstico preciso y, en consecuencia, el tratamiento más adecuado. La comprensión integral de todos los síntomas potenciales asociados con la ERGE es fundamental para el manejo efectivo de esta condición y la mejora de la calidad de vida de los afectados.

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¿Cómo se diagnostica la ERGE?

El proceso para identificar la presencia de reflujo gastroesofágico o una hernia de hiato suele iniciar con una evaluación exhaustiva de los síntomas reportados por el paciente, así como un repaso por su historial clínico.

En la mayoría de las situaciones, este análisis preliminar es suficiente para establecer un diagnóstico, particularmente en individuos jóvenes que presentan los síntomas característicos de estas afecciones y que muestran una buena respuesta al tratamiento con medicamentos que inhiben la producción de ácido gástrico, como el omeprazol y sus derivados.

Para obviar la necesidad de realizar pruebas complementarias, es crucial que el paciente no presentes signos de alerta como dificultades para deglutir, dolor durante la deglución, anemia detectada en análisis de sangre, o una pérdida de peso que no tenga explicación aparente.

En aquellos casos donde el diagnóstico no queda claro con la evaluación inicial, se pueden emplear diversos métodos diagnósticos adicionales para confirmar la presencia de reflujo gastroesofágico:

  • pHmetría ambulatoria: Este examen mide el nivel de acidez en el esófago a lo largo de 24 horas, proporcionando una visión detallada de la exposición ácida del esófago.

  • pH-impedanciometría ambulatoria: Con esta prueba se pueden identificar tanto el reflujo ácido como el no ácido. Resulta particularmente valioso en casos donde predominan síntomas como la regurgitación, manifestaciones respiratorias o eructos.

  • Manometría esofágica: Este procedimiento evalúa la presión dentro del esófago y la ejercida por el esfínter esofágico inferior, el músculo que divide el esófago del estómago, ayudando a identificar disfunciones en este mecanismo.

  • Endoscopia alta o gastroscopia: Mediante el uso de un endoscopio, un tubo delgado y flexible equipado con una cámara, este procedimiento permite observar directamente el interior del esófago, estómago y duodeno. Es capaz de revelar la presencia de inflamación (esofagitis), hernia de hiato, y otras condiciones que podrían estar detrás de los síntomas experimentados.

Cada uno de estos métodos proporciona información crucial para un diagnóstico preciso, permitiendo a los médicos determinar la mejor estrategia de tratamiento para la enfermedad de reflujo gastroesofágico. Estas pruebas, junto con una revisión detallada del caso del paciente, aseguran una aproximación terapéutica personalizada y efectiva para manejar el reflujo gastroesofágico y las hernias de hiato.

¿Los tratamientos contra el reflujo gastroesofágico son eficaces?

La gestión del Reflujo Gastroesofágico (ERGE) tiene como objetivos principales mitigar los síntomas que aquejan al paciente y evitar el desarrollo de complicaciones a largo plazo. Un enfoque integral que combina modificaciones en el estilo de vida y, cuando es necesario, el uso de fármacos, ha demostrado ser el más efectivo.

Las adaptaciones en el estilo de vida son esenciales y constituyen el primer paso en el tratamiento del ERGE. Entre ellas, ajustar la alimentación para excluir aquellos alimentos que típicamente provocan episodios de reflujo, como los alimentos ricos en grasas, es fundamental. Asimismo, se recomienda a los pacientes que procuren perder peso si se enfrentan a problemas de sobrepeso u obesidad, y que eviten acostarse inmediatamente después de ingerir alimentos.

De todas las modificaciones sugeridas, la reducción de peso y adoptar una posición elevada del torso durante el descanso nocturno, de tal manera que el esófago quede por encima del estómago, se han identificado como particularmente beneficiosas. Un aspecto interesante resaltado por investigaciones recientes es el beneficio de dormir sobre el lado izquierdo del cuerpo. Este simple cambio en la postura al dormir ha mostrado reducir significativamente el reflujo nocturno al disminuir el contacto del esófago con el ácido estomacal. Este hallazgo es tan prometedor que, según estudios, aplicar esta recomendación a cinco pacientes podría prevenir el reflujo en uno de ellos.

Cuando las estrategias de modificación del estilo de vida no logran aliviar completamente los síntomas del ERGE, el tratamiento puede complementarse con medicación. Los Inhibidores de la Bomba de Protones (IBP), como el omeprazol y medicamentos similares, son la opción terapéutica preferida para disminuir la producción de ácido estomacal. Este grupo de fármacos ha demostrado ser altamente efectivo en el alivio de los síntomas, mejorando así de manera significativa la calidad de vida de los pacientes.

El tratamiento del ERGE requiere un enfoque integral que comienza con cambios en el estilo de vida y, de ser necesario, se complementa con terapia farmacológica. La adaptación de hábitos saludables y, cuando se indica, el uso de IBP, constituyen la base para el control efectivo de esta condición, permitiendo a los pacientes llevar una vida más cómoda y libre de síntomas.

Medicamentos y los inhibidores de la bomba de protones, ¿Tienen efectos secundarios?

Los Inhibidores de la Bomba de Protones (IBP) son reconocidos por su eficacia y seguridad en el tratamiento de afecciones relacionadas con el ácido estomacal, como el reflujo gastroesofágico. Sin embargo, el uso prolongado de estos medicamentos ha sido objeto de debate, especialmente por los efectos secundarios que podrían surgir a largo plazo.

A lo largo de los años, ha habido una considerable atención mediática en torno a los riesgos asociados con los IBP, incluida la preocupación por un posible aumento en el riesgo de demencia. Un estudio de 2013 vinculó el uso prolongado de IBP con un déficit de vitamina B12, que es esencial para la absorción adecuada de nutrientes y, en casos raros, su deficiencia puede conducir a formas tratables de demencia. Sin embargo, este estudio no estableció una conexión directa entre la demencia y el uso de omeprazol u otros IBP, sino que simplemente observó una disminución leve en los niveles de vitamina B12.

Es importante destacar que no se ha identificado un mecanismo claro que explique cómo los IBP podrían afectar negativamente al cerebro o las neuronas. Aunque existen investigaciones que sugieren una asociación entre el consumo de IBP y la demencia, la calidad de muchos de estos estudios ha sido cuestionada, lo que hace difícil determinar si otros factores de riesgo no estén influyendo en los resultados.

Los adultos mayores, que pueden ser más propensos a desarrollar demencia, a menudo presentan múltiples factores de riesgo y están sujetos a tomar varios medicamentos, no solo IBP. Esto podría conducir a una confusión estadística donde la correlación no implica causalidad.

Estudios recientes y metanálisis de alta calidad no han encontrado una relación concluyente entre el uso de IBP y la demencia, una verdad que raramente se refleja en los titulares de noticias.

Adicionalmente, se ha vinculado el uso a largo plazo de IBP con un riesgo marginalmente elevado de problemas de salud como enfermedades renales, fracturas óseas, sobrecrecimiento bacteriano en el intestino delgado (SIBO), infecciones intestinales, neumonías, tumores digestivos y enfermedades cardiovasculares. A pesar de ello, el riesgo de desarrollar estas complicaciones es bajo, y muchos estudios que reportan estas asociaciones son de baja calidad.

Aunque es fundamental sopesar los riesgos y beneficios de los IBP, estos medicamentos se consideran muy seguros para la mayoría de los pacientes. Para aquellos que necesitan tratamiento a largo plazo, se aconseja usar la dosis mínima eficaz que mantenga al paciente libre de síntomas, equilibrando cuidadosamente la necesidad de tratamiento con el potencial de efectos secundarios.

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Recomendación de cirugía antirreflujo

La opción de someterse a una cirugía antirreflujo, particularmente mediante la técnica de funduplicatura de Nissen, es una intervención diseñada para fortalecer el esfínter esofágico inferior. Este esfínter actúa como una barrera que impide el ascenso del ácido estomacal hacia el esófago. Durante este procedimiento, la porción superior del estómago se enrolla alrededor de la parte baja del esófago y se asegura en su lugar, lo cual incrementa la presión en el esfínter y disminuye significativamente el reflujo ácido.

Esta solución quirúrgica brinda la posibilidad de abordar de manera directa la causa subyacente del reflujo, incluyendo situaciones complicadas como una hernia de hiato de gran tamaño, y promete un alivio prolongado de los síntomas para ciertos pacientes. No obstante, es esencial reconocer que, al igual que cualquier intervención quirúrgica, la cirugía antirreflujo implica riesgos inherentes que deben ser considerados.

La determinación de recurrir a la cirugía antirreflujo se evalúa caso por caso, y aunque la literatura médica y la práctica clínica no establecen indicaciones absolutas, se contempla como alternativa cuando el tratamiento médico prolongado con Inhibidores de la Bomba de Protones (IBP) no es deseado o resulta ineficaz.

Los candidatos ideales para la cirugía suelen ser aquellos pacientes con RGE confirmado por pHmetría, que experimentan síntomas típicos, han tenido una respuesta favorable a los IBP, y presentan hernia de hiato. Es crucial que los pacientes comprendan que, aunque la cirugía puede ofrecer un control sintomático comparable al logrado con IBP en el corto plazo, su eficacia puede disminuir con el tiempo.

De hecho, se ha observado que, a largo plazo, aproximadamente el 40% de los pacientes que se han sometido a esta cirugía terminan necesitando medicación con IBP nuevamente.

La elección entre continuar con un tratamiento farmacológico u optar por una intervención quirúrgica debe tomarse tras un diálogo exhaustivo con el médico tratante. Este proceso de decisión debe basarse en una evaluación detallada de los beneficios y riesgos asociados a cada opción, teniendo en cuenta las circunstancias personales del paciente y la evidencia científica más reciente. La cirugía antirreflujo representa una alternativa significativa para algunos pacientes, ofreciendo la posibilidad de un alivio duradero, aunque es fundamental una comprensión clara de lo que implica a corto y largo plazo.

¿Cómo funciona el tratamiento endoscópico en la enfermedad del reflujo gastroesofágico?

Los enfoques endoscópicos para abordar la Enfermedad por Reflujo Gastroesofágico (ERGE) representan una ruta alternativa y menos invasiva en comparación con las soluciones quirúrgicas. Están diseñados para ser una opción para aquellos pacientes que no han encontrado alivio con tratamientos farmacológicos y buscan evitar las intervenciones quirúrgicas.

A lo largo de los años, se han explorado diversas técnicas endoscópicas para combatir el ERGE, aunque, históricamente, estos intentos no han tenido el éxito esperado. En efecto, la búsqueda de una solución endoscópica efectiva para el ERGE ha sido uno de los desafíos más notorios dentro del campo de la endoscopia.

Entre las técnicas más modernas se encuentran el ARMS (Mucosectomía Antirreflujo) y el ARMA (Ablación de la Mucosa), procedimientos en los que se induce daño selectivo a la mucosa en la zona de transición entre el esófago y el estómago, ya sea extirpándola (ARMS) o quemándola (ARMA), con el objetivo de generar cicatrización que refuerce esta área.

Sin embargo, la evidencia científica que respalda la eficacia de estas técnicas es limitada, y los estudios realizados hasta la fecha son de calidad cuestionable. Actualmente, se está desarrollando un estudio de alta calidad en nuestro país, cuyos resultados preliminares sugieren que estas técnicas podrían no ofrecer los resultados esperados.

Por otro lado, la Funduplicatura Transoral sin Incisiones (FTI), conocida también por su sigla en inglés TIF (Transoral Incisionless Fundoplication), se presenta como otra alternativa. Algunos estudios han señalado una mejora en la calidad de vida de los pacientes tratados mediante esta técnica en comparación con aquellos que se someten a cirugía tradicional. Sin embargo, estas evaluaciones se han centrado en períodos de seguimiento relativamente cortos, y aún está por determinarse si los beneficios observados persisten en el largo plazo.

Es importante destacar que, un número significativo de pacientes tratados mediante TIF (entre el 25% y el 60%) terminan reintroduciendo los IBP en su tratamiento con el paso del tiempo.

 

Mientras que los tratamientos endoscópicos para el ERGE ofrecen un camino potencialmente menos invasivo que la cirugía, la efectividad y viabilidad a largo plazo de estas técnicas aún requieren una validación rigurosa. La elección de someterse a un tratamiento endoscópico debe ser considerada cuidadosamente, discutiendo todas las opciones disponibles con un especialista para determinar el mejor curso de acción basado en las necesidades y circunstancias individuales de cada paciente.

¿Qué puede ocurrir si no se trata el reflujo gastroesofágico?

La ausencia de un manejo adecuado para la Enfermedad por Reflujo Gastroesofágico (ERGE) puede resultar en una serie de complicaciones serias a lo largo del tiempo. La persistencia del ácido estomacal en contacto con el esófago no solo causa malestar, sino que también puede dañar significativamente la mucosa esofágica.

Una de las consecuencias directas de este contacto prolongado es la esofagitis, una condición caracterizada por la inflamación del esófago. Esta inflamación puede derivar en la formación de cicatrices que, a su vez, provocan un estrechamiento del esófago, dificultando la deglución de alimentos y líquidos.

Otro riesgo asociado con el RGE no tratado es el desarrollo del esófago de Barrett. Este cambio precancerígeno en el tipo celular que reviste el esófago —de células esofágicas a intestinales—incrementa significativamente el riesgo de adenocarcinoma esofágico, un tipo de cáncer esofágico.

Para la detección temprana de cambios malignos o premalignos en el esófago de Barrett, se puede recurrir a técnicas diagnósticas como la aplicación de una tinción de ácido acético durante una endoscopia. Esta técnica mejora la visualización de las áreas afectadas, permitiendo una identificación más precisa de las lesiones.

Estos potenciales desenlaces resaltan la necesidad crítica de abordar los síntomas del reflujo desde sus primeras manifestaciones. La intención no es únicamente mitigar el malestar o el dolor asociado, sino prevenir alteraciones más graves y duraderas en la estructura y función del esófago.

Un abordaje temprano y adecuado del RGE, incluyendo tanto intervenciones médicas como cambios en el estilo de vida, puede prevenir eficazmente estas complicaciones. Así, se protege la salud esofágica del paciente a largo plazo y se asegura una mejor calidad de vida para aquellos afectados por esta condición.

Os dejamos la entrevista completa en EFEsalud para que podáis verla en video: Clic aquí

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