Preguntas frecuentes sobre úlceras gastroduodenales
Todo lo que necesitas saber
- Dr. José Carlos Marín
- Julio 2025
- Gastroenterología
Las úlceras gastroduodenales incluyen tanto la úlcera gástrica (o úlcera de estómago) como la úlcera duodenal. Estas lesiones, que afectan al revestimiento interno del estómago o del duodeno (la primera porción del intestino delgado), son una causa frecuente de molestias digestivas.
En ICAdig, consideramos fundamental que nuestros pacientes conozcan los síntomas, causas y tratamientos disponibles para poder actuar a tiempo. Por eso, recopilamos en este artículo las preguntas más frecuentes que recibimos en consulta, respondidas por el Dr. José Carlos Marín Gabriel, especialista en aparato digestivo del Hospital 12 de Octubre y director científico de nuestro Instituto.
¿Qué es una úlcera gastroduodenal?
Una úlcera péptica es una herida abierta, como las llagas que salen en la boca, que se forma en la mucosa que recubre el interior del estómago o del duodeno, la primera parte del intestino delgado. Cuando la úlcera se localiza en el estómago se denomina úlcera gástrica; cuando afecta al duodeno, se habla de úlcera duodenal. A diferencia de una erosión superficial, la úlcera atraviesa la mucosa y llega al menos hasta la submucosa.

Estas lesiones aparecen cuando los mecanismos naturales de defensa y reparación de la mucosa digestiva se debilitan o son superados, permitiendo que el ácido gástrico y la pepsina —una enzima digestiva— dañen el tejido. Pueden presentarse a cualquier edad, aunque son más comunes en adultos. Las úlceras duodenales son más frecuentes que las gástricas.
¿Qué protege al estómago del ácido que produce?
El estómago produce ácido clorhídrico y una enzima llamada pepsina, que descompone las proteínas durante la digestión. La pepsina se libera en forma inactiva (pepsinógeno) y se activa en un entorno ácido. Aunque estos elementos son fundamentales para la digestión, también pueden dañar la mucosa si los mecanismos de defensa se ven comprometidos.
Afortunadamente, el organismo cuenta con sistemas de protección muy eficaces que permiten que la mucosa gástrica y duodenal soporte este ambiente ácido sin lesionarse. Estos son los principales:
Capa de moco y bicarbonato
La superficie del estómago y el duodeno está recubierta por una capa espesa de moco mezclado con bicarbonato. Esta “barrera” física y química evita el contacto directo entre las células y los agentes agresivos como el ácido y la pepsina. Además, ayuda a mantener un pH menos ácido en la superficie interna.
Uniones firmes y capacidad de reparación rápida
Las células epiteliales están fuertemente unidas entre sí, lo que impide la penetración del ácido. Además, estas células tienen una alta capacidad de regeneración y pueden reparar rápidamente pequeños daños antes de que progresen.
Flujo sanguíneo adecuado en la mucosa
La mucosa gástrica y duodenal recibe un flujo abundante de sangre, lo que garantiza el aporte de oxígeno y nutrientes. Esto favorece la salud celular, facilita la eliminación de sustancias tóxicas y promueve la renovación celular constante.
Prostaglandinas
Son sustancias naturales que el cuerpo produce para proteger la mucosa. Estimulan la producción de moco y bicarbonato, mantienen la circulación adecuada en la zona y activan los procesos de curación ante lesiones.
Factores de crecimiento y reparación
Cuando se produce una herida en la mucosa, el organismo activa proteínas que promueven la migración y proliferación celular para cerrar la lesión cuanto antes.
Defensas inmunológicas y antioxidantes
La mucosa cuenta con defensas específicas como las catelicidinas o las β-defensinas, que ayudan a neutralizar bacterias y radicales libres. Además, los grupos sulfhidrilo presentes en la mucosa actúan como antioxidantes naturales.
Cuando alguno de estos mecanismos se ve alterado —por infecciones, medicamentos o hábitos nocivos—, el equilibrio se rompe y se favorece la aparición de úlceras. Por eso, la integridad de estas barreras es esencial para prevenir lesiones en el estómago y el duodeno.
Principales causas de las úlceras gastroduodenales
Las úlceras gastroduodenales se originan cuando los factores agresivos, como el ácido gástrico y la enzima pepsina, superan los mecanismos naturales de defensa que protegen el revestimiento interno del tubo digestivo. Este desequilibrio puede tener múltiples causas:
Infección por Helicobacter pylori
La bacteria H. pylori es la causa más frecuente de úlceras pépticas en todo el mundo. Tiene la capacidad de colonizar la capa de moco que recubre y protege el estómago y el duodeno, generando una inflamación crónica que debilita la mucosa y favorece la formación de úlceras. Se estima que está presente en más del 50 % de los casos de úlcera duodenal y entre un 30 % y 50 % de las úlceras gástricas. Su erradicación mediante tratamiento antibiótico específico es clave no solo para la curación de la lesión, sino también para evitar recurrencias.
Uso de antiinflamatorios no esteroideos (AINEs)
Fármacos ampliamente utilizados como la aspirina, el ibuprofeno, el naproxeno y otros analgésicos de uso común pueden dañar el revestimiento interno del estómago y el duodeno, especialmente si se toman durante largos períodos o en dosis altas. Más de la mitad de las úlceras gastroduodenales están relacionadas con el uso prolongado de AINEs.
El riesgo de sufrir una úlcera por AINEs aumenta significativamente en personas mayores de 60 años, en pacientes que combinan estos medicamentos con otros (como corticoides o anticoagulantes), o en quienes tienen antecedentes de enfermedad gástrica. En estos casos, es recomendable añadir un protector gástrico como un inhibidor de la bomba de protones (IBP), por ejemplo, omeprazol, para reducir el riesgo de daño. Sin embargo, en pacientes jóvenes y sin factores de riesgo adicionales, esta medida no está justificada de forma sistemática.
Otros factores que favorecen la aparición de úlceras
Además de las dos causas principales mencionadas, existen otros factores que pueden debilitar la mucosa y facilitar el desarrollo de úlceras pépticas:
Tabaquismo
Fumar no solo aumenta la probabilidad de desarrollar una úlcera, sino que también dificulta su cicatrización y eleva el riesgo de recurrencias. En personas infectadas por H. pylori, el tabaco potencia aún más el efecto nocivo de la bacteria.
Consumo elevado de alcohol
El alcohol puede irritar directamente la mucosa gastroduodenal y estimular la producción de ácido gástrico, aumentando el riesgo de erosión y ulceración.
Estrés físico extremo
Aunque el estrés emocional cotidiano no se considera una causa directa de úlcera péptica, ciertas situaciones de estrés físico grave sí pueden desencadenarlas. Es el caso de pacientes que han sufrido grandes quemaduras, traumatismos graves, cirugías importantes o enfermedades críticas que requieren ingreso en cuidados intensivos. En estos escenarios, pueden aparecer las llamadas «úlceras por estrés», como la úlcera de Curling (asociada a quemaduras graves) o la úlcera de Cushing (relacionada con lesiones neurológicas agudas).
Síndrome de Zollinger-Ellison
Se trata de una causa poco frecuente, pero importante. En esta enfermedad, un tumor produce grandes cantidades de gastrina, una hormona que estimula la secreción de ácido en el estómago. Este exceso puede provocar la formación de múltiples úlceras resistentes al tratamiento habitual.
En resumen, las úlceras gastroduodenales suelen estar causadas por la acción combinada de H. pylori y los AINEs, aunque factores como el tabaquismo, el consumo de alcohol o el estrés físico extremo también pueden influir. Identificar y tratar la causa subyacente es fundamental para lograr una curación completa y prevenir complicaciones a largo plazo.
¿Qué síntomas pueden indicar la presencia de una úlcera gástrica o duodenal?
Una de las particularidades de las úlceras gástricas y duodenales es que muchas veces no presentan síntomas evidentes, especialmente en las fases iniciales. Esta falta de signos claros puede dificultar su diagnóstico y retrasar el tratamiento, incrementando el riesgo de complicaciones.
Cuando aparecen síntomas, el más frecuente es el dolor abdominal localizado en la parte superior del abdomen, justo debajo del esternón. Este dolor suele describirse como un ardor o quemazón, y su intensidad puede variar desde molestias leves hasta episodios más intensos. Dependiendo de la ubicación exacta de la úlcera (ya sea en el estómago o en el duodeno), el dolor puede tener características distintas:
- En algunos casos, comer puede aliviar el dolor, especialmente si la úlcera está en el duodeno.
- En otros, la ingesta de alimentos puede desencadenar o empeorar el dolor, algo más típico de las úlceras gástricas.
Además del dolor, otros síntomas frecuentes son:
- Pérdida del apetito
- Náuseas
- Sensación de hinchazón
- Saciedad precoz (sentirse lleno tras ingerir poca cantidad de comida)
¿Siempre hay síntomas en las úlceras gástricas o duodenales?
No necesariamente. De hecho, se estima que hasta la mitad de las personas con úlceras pépticas no presentan el clásico dolor abdominal, lo que se conoce como una úlcera “silenciosa”. Esto es especialmente común en ciertos grupos de riesgo:
- Personas mayores, que pueden tener una sensibilidad reducida al dolor o presentar síntomas atípicos.
- Pacientes que toman AINEs de forma crónica, como antiinflamatorios o analgésicos, en quienes las úlceras pueden desarrollarse sin dolor hasta que surge una complicación como el sangrado.
- Niños, que a menudo no pueden expresar con claridad sus molestias o síntomas digestivos.
Detectar una úlcera a tiempo es clave para prevenir complicaciones graves como hemorragias, perforaciones u obstrucciones. Ante cualquier síntoma persistente o cambio en el patrón digestivo, es recomendable consultar con un especialista en aparato digestivo. El diagnóstico precoz y el tratamiento adecuado marcan la diferencia en el pronóstico de estas lesiones.
¿Cuándo una úlcera péptica gastroduodenal se convierte en una urgencia médica?
Aunque muchas úlceras gastroduodenales cursan sin síntomas graves, existen señales de alarma que pueden indicar una complicación importante o incluso la presencia de un problema más serio, como un cáncer gástrico. Reconocer estos síntomas y acudir de inmediato a un especialista puede ser vital para evitar consecuencias graves.
Signos de alarma ante una posible úlcera complicada
Si experimentas alguno de los siguientes síntomas, es imprescindible buscar atención médica de urgencia:
- Vómitos con sangre: Puede presentarse como sangre roja brillante, líquido oscuro con aspecto de «posos de café» o una mezcla similar al agua de lavar carne. Estos signos indican sangrado activo en el tracto digestivo.
- Heces con sangre: Las deposiciones muy oscuras, negras, pegajosas y de olor fétido (llamadas melena) sugieren sangrado digestivo alto. También puede observarse sangre roja oscura si el tránsito intestinal es muy rápido.
- Mareos, desmayos o debilidad intensa: Especialmente si se producen al ponerse de pie (hipotensión postural), pueden ser síntomas de una anemia aguda grave por pérdida de sangre, asociada a sangrado digestivo.
- Dolor abdominal súbito e insoportable: Un dolor intenso que aparece de forma brusca puede deberse a una perforación de la úlcera, una emergencia quirúrgica que requiere intervención inmediata. Suele acompañarse de abdomen duro y extremadamente doloroso.
- Vómitos persistentes o intensos: Si impiden la ingesta o se repiten con frecuencia, podrían estar relacionados con una obstrucción gástrica causada por una úlcera que estrecha la salida del estómago (píloro).
- Pérdida de peso involuntaria o anemia crónica: Adelgazar sin motivo aparente, sentirse débil, sin apetito o presentar palidez y cansancio son signos que no deben ignorarse, especialmente en personas mayores de 50 años. Estos síntomas pueden reflejar una úlcera complicada o una patología más grave, como un cáncer gástrico.
Prestar atención a estas señales puede salvar vidas. Una úlcera no tratada a tiempo puede derivar en complicaciones graves como hemorragias, perforaciones o incluso cáncer gástrico en casos excepcionales. En ICAdig, el diagnóstico precoz y un abordaje integral son claves para un tratamiento eficaz y seguro.
Complicaciones graves de las úlceras gastroduodenales: ¿cuándo se convierten en una amenaza?
En la mayoría de los casos, una úlcera gástrica o duodenal puede curarse por completo si se diagnostica y trata adecuadamente. Sin embargo, cuando no se aborda a tiempo o el daño a la mucosa progresa en profundidad, pueden aparecer complicaciones peligrosas, algunas de ellas potencialmente mortales. Conocerlas es fundamental para entender la importancia de un diagnóstico precoz y un seguimiento adecuado.
1. Hemorragia digestiva: la complicación más frecuente
Las úlceras pueden erosionar vasos sanguíneos situados en la submucosa del estómago o duodeno, generando sangrado interno. Esta es la complicación más común y una de las principales causas de ingreso hospitalario por úlcera.
Síntomas posibles:
- Vómitos con sangre (rojiza o con aspecto de “posos de café”).
- Heces negras y malolientes (melena).
- Mareos, sudor frío, debilidad o pérdida de conciencia.
- Descenso de la presión arterial o estado de shock en casos muy graves.
El tratamiento requiere atención médica urgente, generalmente mediante endoscopia digestiva para controlar el sangrado.
2. Perforación: una urgencia quirúrgica
Cuando la úlcera atraviesa toda la pared del estómago o del duodeno, se forma un agujero que comunica con la cavidad abdominal. Esto se conoce como perforación y es una de las situaciones más peligrosas.
Síntomas característicos:
- Dolor abdominal repentino, muy intenso y generalizado.
- Abdomen duro, rígido y extremadamente doloroso al tacto.
- Náuseas, vómitos y signos de irritación peritoneal (peritonitis).
La perforación requiere cirugía inmediata. Si no se actúa con rapidez, puede llevar a infecciones graves como una peritonitis difusa.
3. Penetración a órganos vecinos
A veces, la úlcera no se abre al exterior, sino que penetra en órganos adyacentes, como el páncreas o el hígado. Esta complicación puede provocar un dolor más profundo y continuo, que no siempre mejora con el tratamiento habitual.
Por ejemplo:
- Una úlcera duodenal que penetra en el páncreas puede causar dolor irradiado hacia la espalda.
- Una úlcera gástrica que afecta al hígado puede generar molestias persistentes en el cuadrante superior derecho.
El tratamiento médico puede ser efectivo, pero en ciertos casos se requiere cirugía.
4. Obstrucción del tracto digestivo
Las úlceras cercanas al píloro (la “válvula” que conecta el estómago con el intestino delgado) o al bulbo duodenal pueden causar inflamación, cicatrización y, como resultado, un estrechamiento progresivo que dificulta el paso de los alimentos.
Síntomas comunes:
- Vómitos frecuentes, incluso de alimentos ingeridos varias horas antes.
- Sensación de plenitud o distensión después de comer.
- Hinchazón abdominal, pérdida de apetito y pérdida de peso.
Las obstrucciones leves pueden tratarse con medicamentos, pero los casos más graves pueden requerir dilataciones endoscópicas o incluso cirugía.
5. Cáncer gástrico: una posibilidad a descartar
Una úlcera benigna no se transforma en cáncer, pero algunas lesiones cancerosas del estómago pueden parecerse a una úlcera. Por eso, en todas las úlceras gástricas se realizan biopsias para confirmar que se trata de una úlcera no maligna.
Es importante destacar:
- Las úlceras gástricas pueden ser cancerosas desde el inicio.
- Las úlceras duodenales nunca son malignas.
- La experiencia del endoscopista es clave para diferenciar lesiones precoces.
Las úlceras gastroduodenales pueden parecer simples molestias al principio, pero si no se tratan adecuadamente, pueden derivar en complicaciones importantes como sangrado, perforación, obstrucción o incluso esconder un cáncer gástrico. En ICAdig, abordamos cada caso con el rigor diagnóstico necesario y con tratamientos adaptados a la gravedad de cada situación.
¿Cómo se diagnostican las úlceras gástricas y duodenales? El papel clave de la endoscopia
La prueba fundamental para diagnosticar una úlcera gástrica o duodenal es la endoscopia digestiva alta, también conocida como gastroscopia. Este procedimiento es actualmente el método más preciso y completo para confirmar la presencia de una úlcera, evaluar su gravedad y, si es necesario, iniciar el tratamiento en el mismo acto.
¿En qué consiste la endoscopia digestiva?
La gastroscopia se realiza introduciendo por la boca un tubo fino y flexible con una cámara en el extremo (endoscopio), que permite al médico visualizar directamente el esófago, el estómago y el duodeno. El paciente suele estar bajo sedación consciente, por lo que el procedimiento es bien tolerado y no doloroso.
¿Qué información aporta la endoscopia?
Durante la exploración, si existe una úlcera, esta se observa como un cráter o lesión profunda en la mucosa. Estas lesiones pueden estar:
- Cubiertas de fibrina, una sustancia blanquecina o amarillenta que indica que la úlcera está en fase de cicatrización.
- Con coágulos adheridos o restos de sangre si ha habido un sangrado reciente.
- Rodeadas por un área enrojecida, inflamada o edematosa, en especial si están activas o irritadas.
- Las úlceras benignas suelen tener:
- Bordes regulares, definidos y lisos.
- Una base limpia o cubierta de fibrina.
- Paredes no elevadas ni infiltradas.
- Las úlceras malignas, en cambio, pueden presentar:
- Bordes irregulares o sobreelevados.
- Aspecto infiltrado o “duro” al tacto con el endoscopio.
- Presencia de tejido friable, necrótico o que sangra con facilidad.
Sin embargo, es importante subrayar que a simple vista no siempre es posible distinguir con total certeza una úlcera péptica benigna de una que se origina en un cáncer gástrico. De hecho, algunas lesiones malignas pueden imitar perfectamente el aspecto de una úlcera común. Por este motivo, toda úlcera gástrica debe ser biopsiada para descartar la presencia de células cancerosas.
El endoscopista toma varias muestras (biopsias) del borde y del fondo de la úlcera, que se envían al laboratorio para ser analizadas al microscopio por un patólogo. Este estudio histológico permitirá confirmar si se trata de una úlcera benigna o si existen signos de malignidad. Además, durante el análisis también se puede detectar la presencia de Helicobacter pylori, una bacteria que está implicada en la mayoría de las úlceras pépticas.
Si se confirma la infección por H. pylori, será imprescindible iniciar el tratamiento para erradicarla completamente, ya que su presencia está relacionada no solo con la aparición de úlceras, sino también con un mayor riesgo de recidivas y de cáncer gástrico a largo plazo.
En las úlceras duodenales típicas, no suele ser necesario tomar muestras si su apariencia es la habitual y no hay signos de sospecha.
¿La endoscopia puede tratar una úlcera?
Sí. La gastroscopia no solo tiene un valor diagnóstico, sino también terapéutico. En casos de hemorragia digestiva por úlcera, el endoscopista puede aplicar tratamiento durante el mismo procedimiento para detener el sangrado.
Entre las técnicas más utilizadas se encuentran:
- Inyecciones de adrenalina: para contraer los vasos sanguíneos y frenar la hemorragia.
- Clips metálicos: que actúan como pequeñas grapas para cerrar el vaso sangrante.
- Coagulación térmica o bipolar: para sellar el punto de sangrado con calor.
Gracias a estos avances, muchas hemorragias ulcerosas que antes requerían cirugía urgente pueden resolverse de forma mínimamente invasiva con la endoscopia.
En resumen, la endoscopia digestiva alta es la herramienta de referencia para detectar y tratar las úlceras gastroduodenales. No solo confirma el diagnóstico, sino que permite valorar su gravedad, tomar biopsias si hay sospechas y, en situaciones urgentes como una úlcera sangrante, actuar de inmediato para controlar el riesgo. En ICAdig contamos con la tecnología y la experiencia necesarias para ofrecer este abordaje integral a nuestros pacientes.
¿Cómo se distingue si la úlcera es benigna o maligna en la endoscopia?
Diferenciar entre una úlcera gástrica benigna (de origen péptico) y una úlcera maligna (causada por un tumor gástrico ulcerado) es fundamental, ya que el enfoque terapéutico y el pronóstico son completamente distintos. Aunque la endoscopia digestiva alta permite observar directamente la lesión, la distinción no siempre es sencilla, incluso para especialistas con experiencia.
Criterios endoscópicos para sospechar una úlcera gástrica maligna
Durante la endoscopia, el médico valora una serie de características visuales que pueden sugerir malignidad. Algunos hallazgos típicos de una úlcera gástrica maligna incluyen:
- Bordes irregulares, sobreelevados o engrosados, con forma asimétrica.
- Base ulcerosa nodular, friable o con tejido necrótico.
- Pliegues mucosos anómalos que convergen de forma abrupta hacia el cráter ulceroso.
- Signo de no extensión: los pliegues se detienen bruscamente al llegar a la úlcera.
- Diámetro mayor a 2–3 cm, aunque el tamaño no es concluyente por sí solo.
- Alteraciones del color, úlceras múltiples o sangrado espontáneo al contacto con el endoscopio.

Características típicas de una úlcera benigna
Por el contrario, una úlcera péptica benigna suele presentar un aspecto mucho más regular y predecible. Los signos endoscópicos incluyen:
- Bordes lisos y bien definidos.
- Cráter ovalado o redondo, con fondo limpio o cubierto de fibrina.
- Pliegues mucosos normales, que convergen de manera progresiva hacia el cráter.
- Ausencia de masas, nódulos o alteraciones del tejido adyacente.
¿La endoscopia puede confirmar si la úlcera es cáncer?
Aunque estos hallazgos orientan el diagnóstico, la apariencia endoscópica por sí sola no es suficiente para descartar un cáncer gástrico. Numerosos estudios han demostrado que algunas úlceras gástricas malignas pueden simular úlceras benignas, especialmente en fases iniciales.
Por esta razón, en toda úlcera gástrica se considera obligatorio realizar biopsias durante la endoscopia. El especialista toma múltiples muestras de los bordes y la base de la lesión, que posteriormente se envían a analizar al laboratorio de anatomía patológica.
¿Qué información aporta la biopsia gástrica?
El análisis histológico permite:
- Confirmar si se trata de una úlcera benigna o maligna (presencia de células displásicas o cancerosas).
- Detectar la infección por Helicobacter pylori, principal causa de úlcera péptica.

Incluso si las biopsias iniciales descartan malignidad, se recomienda repetir la endoscopia tras 4 a 8 semanas de tratamiento con inhibidores de la bomba de protones. Si la úlcera no ha cicatrizado completamente, es necesario tomar nuevas biopsias, ya que la persistencia de la lesión puede indicar un tumor subyacente.
¿En qué casos no se toman biopsias de una úlcera péptica?
Las úlceras duodenales clásicas no requieren biopsia ni endoscopia de control, salvo que el aspecto sea inusual o existan dudas diagnósticas. En estos casos, el objetivo principal es confirmar y erradicar la infección por H. pylori para evitar recidivas.
¿Y, suponiendo que sean benignas, su aspecto endoscópico permite predecir si van a volver a sangrar?
Sí. Cuando un paciente presenta una úlcera péptica con sangrado, uno de los aspectos clave durante la endoscopia es valorar el riesgo de resangrado. Esto no solo permite tomar decisiones inmediatas sobre el tratamiento endoscópico, sino que también ayuda a estimar el pronóstico del paciente, incluido el riesgo de necesitar cirugía o incluso de fallecer por complicaciones si no se actúa a tiempo.
Para ello, los gastroenterólogos utilizamos una herramienta clásica llamada clasificación de Forrest, que categoriza el aspecto endoscópico de la úlcera según haya o no sangrado activo en el momento de la exploración, o signos recientes de hemorragia. Cada categoría tiene implicaciones pronósticas concretas.
Clasificación de Forrest
- Forrest I: Sangrado activo
- Ia: Sangrado en chorro arterial visible. Es un sangrado pulsátil, a presión, que indica que un vaso de calibre importante está abierto.
- Ib: Sangrado en capa o rezumante. Es un sangrado más lento pero continuo.
Estas lesiones son altamente inestables y requieren intervención endoscópica inmediata, como inyección de sustancias vasoconstrictoras, colocación de clips o termocoagulación. Incluso con tratamiento, el riesgo de resangrado y mortalidad es elevado, por lo que muchos de estos pacientes precisan vigilancia estrecha y, en ocasiones, ingreso en Unidades de Cuidados Intensivos.
- Forrest II: Signos de hemorragia reciente (sin sangrado activo)
- IIa: Vaso visible sin sangrado, como un punto rojo que sobresale del cráter. Implica un alto riesgo de resangrado.
- IIb: Coágulo adherido a la base de la úlcera, que puede estar cubriendo un vaso subyacente. El riesgo de resangrado es moderado-alto.
- IIc: Manchas planas de hematina o puntos pigmentados (negros o rojos) sobre la úlcera. Conlleva un riesgo bajo de resangrado.
En las lesiones IIa y IIb, también se realiza tratamiento endoscópico preventivo. En las IIc, en cambio, el riesgo de resangrado es bajo y no suele requerirse intervención endoscópica específica.
- Forrest III: Base ulcerosa limpia
- No hay sangrado ni signos de hemorragia reciente.
- La úlcera aparece cubierta por fibrina, con bordes regulares, sin coágulos ni vasos visibles.
Estas úlceras son estables y de muy bajo riesgo. No precisan tratamiento endoscópico y el seguimiento puede ser más conservador.
Evaluación integral del riesgo
Además del aspecto de la úlcera, existen otras herramientas pronósticas combinadas, como la escala de Rockall y la escala GBS (Glasgow-Blatchford Score), que incorporan datos clínicos (edad, presión arterial, frecuencia cardíaca, comorbilidades, presencia de hemorragia digestiva, etc.) junto con los hallazgos endoscópicos.
- Un paciente joven, sin comorbilidades, con sangrado leve y úlcera Forrest III puede ser dado de alta en las primeras 24 horas, con seguimiento ambulatorio.
- En cambio, un paciente con edad avanzada, signos de shock, sangrado activo y enfermedades previas graves requerirá ingreso hospitalario prolongado e intervención urgente.
Perspectivas actuales
Gracias a los avances en técnicas endoscópicas terapéuticas (como la colocación de clips hemostáticos, inyecciones locales, sondas térmicas y sistemas combinados) y a los inhibidores de la bomba de protones intravenosos, la mayoría de los casos de úlcera sangrante pueden controlarse eficazmente sin recurrir a la cirugía. Esto ha reducido significativamente tanto las complicaciones como la mortalidad asociada a estas lesiones, que hace algunas décadas suponían un importante reto clínico.
¿Se puede tratar una úlcera sangrante durante la endoscopia?
Sí. En pacientes con úlcera péptica sangrante, la gastroscopia no solo permite diagnosticar la causa del sangrado, sino que también ofrece la posibilidad de tratar la hemorragia de forma inmediata durante el mismo procedimiento.
¿Cuál es el primer paso ante una hemorragia digestiva?
Antes de la endoscopia, el tratamiento inicial debe enfocarse en la estabilización hemodinámica del paciente. Esto implica:
- Administración de sueros intravenosos para corregir la deshidratación y la hipotensión.
- Transfusión de sangre si la hemoglobina está significativamente disminuida, con un enfoque de transfusión restrictiva.
- Inhibición potente de la secreción ácida (con inhibidores de la bomba de protones por vía intravenosa), para aumentar el pH gástrico, favorecer la estabilidad del coágulo y reducir la acción de la pepsina, una enzima que puede ser agresiva para la mucosa.
Una vez estabilizado el paciente, la endoscopia digestiva alta debe realizarse de forma precoz, idealmente en las primeras 24 horas o incluso antes si el paciente presenta signos de inestabilidad (como mareo o presión arterial baja, entre otras circunstancias).
¿Qué técnicas endoscópicas se utilizan para controlar el sangrado?
Durante la exploración, si se identifica una úlcera con sangrado activo o signos recientes de hemorragia (según la clasificación de Forrest), el endoscopista puede aplicar diferentes métodos terapéuticos:
- Inyección de sustancias vasoconstrictoras, como adrenalina, que inducen contracción de los vasos y ayudan a controlar el sangrado.
- Colocación de hemostáticos clips, que funcionan como pequeñas pinzas metálicas que ocluyen directamente el vaso sangrante.

- Terapia térmica (como coagulación por plasma de argón o sondas de calor), que sella los vasos mediante calor.
- Uso combinado de técnicas, especialmente la inyección seguida de clips o coagulación térmica, lo cual ha demostrado mayor eficacia y menor tasa de resangrado.
¿Qué beneficios se han logrado con la aparición de los tratamientos endoscópicos?
Las técnicas endoscópicas han transformado el abordaje de la hemorragia digestiva por úlcera péptica, ya que:
- Permiten detener el sangrado sin cirugía en la mayoría de los casos.
- Reducen las complicaciones y la necesidad de cirugía de urgencia.
- Disminuyen la mortalidad asociada a úlceras complicadas, especialmente en personas mayores o con comorbilidades.
Tratamiento de la úlcera péptica: ¿qué más se puede hacer además de la endoscopia?
El tratamiento de una úlcera gástrica o duodenal tiene como objetivo principal detener el sangrado, promover la cicatrización y prevenir la reaparición. Esto se logra mediante una combinación de terapias médicas, cambios en el estilo de vida y, en casos concretos, intervención quirúrgica.
1. Reducción de la acidez gástrica
Independientemente de la causa de la úlcera, es esencial disminuir la producción de ácido en el estómago para facilitar la cicatrización. Los medicamentos más eficaces para ello son los inhibidores de la bomba de protones (IBP) como:
- Omeprazol
- Pantoprazol
- Lansoprazol
- Rabeprazol
- Esomeprazol
El tratamiento con IBP suele mantenerse entre 4 y 8 semanas, dependiendo del tamaño de la úlcera y de si hubo complicaciones (sangrado, perforación, etc.).
2. Erradicación de la infección por Helicobacter pylori
Cuando las pruebas confirman la presencia de Helicobacter pylori, es obligatorio erradicar la infección con antibióticos, ya que esta bacteria está implicada en la mayoría de las úlceras pépticas.
- El tratamiento suele combinar tres antibióticos junto con un IBP.
- Su erradicación cura la úlcera y previene su reaparición.
- Tras completar el tratamiento, es necesario verificar la erradicación con un test de aliento, antígeno en heces o biopsia si se repite la endoscopia.
3. Evitar factores irritantes
Algunos hábitos y medicamentos pueden interferir con la curación o favorecer la reaparición de úlceras. Por tanto, se recomienda:
- Suspender los AINE (ibuprofeno, aspirina, naproxeno) y sustituirlos por analgésicos más seguros como el paracetamol.
- Evitar el consumo de alcohol.
- Dejar de fumar, ya que el tabaco aumenta el riesgo de complicaciones y dificulta la cicatrización.
¿Es necesaria una dieta especial para curar la úlcera?
En pacientes hospitalizados por úlcera sangrante, se mantiene inicialmente el ayuno (dieta absoluta), con hidratación intravenosa. A medida que el cuadro mejora, se introduce una dieta blanda y progresivamente se avanza hacia una dieta normal, adaptada a la tolerancia individual.
¿La leche o los picantes son malos?
- Leche: Aunque antiguamente se recomendaba, la leche no es beneficiosa, ya que su contenido en proteínas y calcio estimula la secreción ácida.
- Alimentos picantes: No existe evidencia científica de que los picantes empeoren las úlceras. De hecho, algunos estudios han sugerido que la capsaicina del chile puede tener efectos protectores sobre la mucosa gástrica.
Recomendación práctica
Durante la fase de recuperación, no es necesario restringir sistemáticamente alimentos, pero es prudente evitar aquellos que generen molestias individuales. Lo más importante es mantener una alimentación equilibrada, fraccionada, y sin excesos.
¿Cuándo se indica cirugía en una úlcera péptica?
Gracias a los avances en la endoscopia y el tratamiento médico, la cirugía por úlcera es cada vez menos frecuente. No obstante, en ciertos casos sigue siendo imprescindible.
- Hemorragia incontrolable
- Si la hemorragia digestiva no se logra controlar mediante endoscopia (tras dos intentos) o si hay dificultades técnicas, es necesario operar para cerrar el vaso sangrante o realizar una resección parcial del estómago.
- Perforación gástrica o duodenal
- La presencia de aire libre en el abdomen en una tomografía sugiere perforación. Esto es una urgencia quirúrgica para cerrar el orificio y limpiar el contenido gástrico vertido a la cavidad peritoneal.
- Obstrucción gástrica persistente
- Las estenosis del píloro que no mejoran con dilataciones endoscópicas pueden requerir una intervención quirúrgica para restablecer el paso normal del alimento.

4. Confirmación de cáncer gástrico ulcerado
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- Si la biopsia revela malignidad, ya no se trata de una úlcera péptica simple, sino de un cáncer gástrico ulcerado, y se sigue un tratamiento oncológico específico.
Conclusión
Las úlceras de estómago y úlceras duodenales pueden parecer un problema menor, pero cuando no se detectan o tratan a tiempo, conllevan riesgos graves para la salud, desde sangrados digestivos hasta complicaciones quirúrgicas.
En ICAdig, abordamos el diagnóstico y tratamiento de las úlceras gastroduodenales desde un enfoque integral y basado en la evidencia, con la experiencia de todo un equipo altamente especializado.
Por eso, si presentas síntomas digestivos persistentes o tienes factores de riesgo como el uso prolongado de AINEs o infección por H. pylori, no dudes en consultarnos.
¿Tienes dudas sobre tu salud digestiva? Pide cita con nuestro equipo. En ICAdig, tu bienestar está en el centro.