En este artículo nos adentraremos en el fascinante mundo del aparato digestivo, guiados por el Dr. José Carlos Marín Gabriel, especialista en aparato digestivo y Co-Director Científico de ICAdig. Desde el esófago hasta el duodeno, conoceremos cómo se realiza una endoscopia digestiva y exploraremos las principales características del estómago y sus patologías más comunes.
En este post revisaremos los pólipos de glándulas fúndicas, la poliposis adenomatosa familiar, los pólipos gástricos hiperplásicos, las erosiones gástricas, las úlceras gástricas pépticas, y la gastritis atrófica, que puede evolucionar hacia metaplasia, displasia o incluso cáncer.
También te contaremos como la obesidad grave puede abordarse mediante distintas opciones, como las cirugías bariátricas, entre ellas el bypass gástrico, o técnicas endoscópicas, como el balón intragástrico.
No debemos olvidar, por supuesto, las enfermedades duodenales como la atrofia vellositaria duodenal, característica de la enfermedad celíaca, así como la duodenitis erosiva y los divertículos duodenales, que pueden ser origen de cálculos en la vía biliar.
Por supuesto, la endoscopia digestiva alta se realiza con el paciente anestesiado, colocado sobre la camilla quirúrgica en posición decúbito lateral izquierdo, una de las más comunes en endoscopia digestiva, aunque en algunos casos se opta por la posición decúbito supino o decúbito lateral derecho.
El endoscopio se introduce en el estómago desde el duodeno
La esofagogastroduodenoscopia es una técnica que permite acceder desde la boca hasta la segunda porción del duodeno, y en ocasiones incluso hasta la tercera, con movimientos lentos y controlados. Posteriormente, el endoscopio retrocede suavemente a través del píloro, el orificio que conecta el estómago con el duodeno, para explorar el interior del estómago.
Cuando el endoscopio alcanza el duodeno distal, el objetivo principal del médico no es examinar detalladamente cada parte del tubo digestivo atravesada durante la fase de introducción del endoscopio (como la boca, el esófago, el esfínter esofágico inferior, el estómago o el píloro), sino llegar al punto final del trayecto: la primera porción del intestino delgado o duodeno. Desde esta última zona, se realiza la retirada y la exploración exhaustiva, desde el tramo más alejado de la boca (el duodeno) hasta el más cercano (el esófago cervical). Se visualiza y explora, por tanto, de forma detallada, durante las maniobras de retirada.
En ese momento, es cuando se comienza un análisis exhaustivo del duodeno, seguido del píloro y del estómago. Finalmente, se revisa también el esófago en busca de alteraciones o daños en la mucosa del sistema digestivo.
Durante la exploración, es esencial garantizar una buena visibilidad, especialmente en la cavidad gástrica. Por ello, es habitual emplear agua, frecuentemente con soluciones antiespumantes, y realizar aspiraciones para eliminar secreciones, restos de alimentos o sangre que puedan dificultar la visión del endoscopista.
Es fundamental limpiar adecuadamente el estómago, ya que cualquier líquido o residuo sólido podría ocultar lesiones importantes, como úlceras, pequeños pólipos, áreas de metaplasia o incluso cánceres en etapas iniciales.
¿Cómo es la anatomía normal del estómago?
Al introducir el endoscopio, la primera estructura que generalmente se observa es el fundus , ubicado en el lado izquierdo de la pared estomacal. Esta área funciona como el depósito principal donde se acumulan los alimentos tras ser ingeridos.
En la parte derecha, que es el trayecto de interés para avanzar durante la exploración, se encuentra el cuerpo del estómago, delimitado por la curvatura menor.
El estómago presenta dos curvaturas principales. La curvatura menor, que es más recta, permite progresar hacia el duodeno, mientras que la curvatura mayor contiene los pliegues gástricos.
Al avanzar más allá de la curvatura menor del cuerpo estomacal, se llega al antro. Entre el cuerpo y el antro existe una región de transición donde la mucosa cambia notablemente: los pliegues visibles en la curvatura mayor del estómago desaparecen, dejando una superficie más lisa.
En esta área, en la parte superior, se encuentra la transición entre la curvatura mayor del cuerpo gástrico y la curvatura menor del antro, formando un ángulo conocido como incisura angularis.
Tras atravesar la incisura y llegar al antro, lo primero que se observa al frente y en el centro, si no hay alteraciones anatómicas, es el píloro. Este orificio, también llamado canal pilórico, conecta con la primera sección del duodeno, conocida como bulbo duodenal.
¿El estómago cambia con el sobrepeso y la obesidad?
Sí, diversos estudios han evidenciado que las personas con obesidad mórbida pueden experimentar una distensión en la cavidad gástrica.
Desde la perspectiva de los tratamientos quirúrgicos y endoscópicos, conocidos como procedimientos restrictivos, el objetivo es reducir el tamaño del estómago para limitar su capacidad de almacenamiento de alimentos. Esto contribuye directamente a la pérdida de peso.
Además, el tamaño del estómago influye en la producción de hormonas relacionadas con el hambre. Un estómago más pequeño disminuye la sensación de apetito, facilitando que los pacientes logren sus metas de pérdida de peso con este tipo de intervenciones.
¿En qué consiste la cirugía bariátrica y las técnicas endoscópicas?
La cirugía bariátrica no se limita a un único procedimiento, sino que incluye diversas opciones diseñadas para reducir el tamaño del estómago.
Según el nivel de obesidad y las condiciones médicas del paciente, el equipo médico puede optar por colocar bandas gástricas en forma de anillo en la parte superior del estómago o realizar una resección de una porción del estómago, conectándola directamente con el intestino delgado.
Estos procedimientos alteran el recorrido habitual de los alimentos en el tubo digestivo. En lugar de ser procesados por todo el estómago, los nutrientes son dirigidos hacia el intestino a través de un baipás, lo que reduce significativamente la capacidad de absorción del estómago y una parte del intestino.
Desde el enfoque endoscópico, estas modificaciones son claramente visibles. El estómago, que originalmente tenía una forma amplia y de “bolsa”, pasa a convertirse en una pequeña bolsa gástrica o reservorio. Este reservorio, resultado de la cirugía, tiene una capacidad mucho más reducida para almacenar alimentos.
Al avanzar con el endoscopio por las reconstrucciones quirúrgicas con baipás, se observa cómo esta bolsa está directamente conectada al intestino delgado, omitiendo la mayor parte del estómago original y un segmento del intestino.
La banda gástrica, cuando está presente, se percibe como un anillo alrededor de la parte media del remanente gástrico, delimitando una zona de estrechamiento. Este dispositivo aparece como una estructura de forma circular.
Posteriormente, el endoscopio avanza hacia el área de la anastomosis, que corresponde a la conexión quirúrgica entre el reservorio gástrico y el intestino delgado. Esta unión se presenta más angosta en comparación con la estructura original del estómago, y se distingue la transición entre las mucosas de ambas áreas digestivas.
En algunas ocasiones, pueden visualizarse grapas quirúrgicas en esta región. Es esencial realizar una evaluación detallada para identificar posibles complicaciones, como úlceras, estrechamientos (estenosis) o fugas.
Además, en el ámbito de las terapias para el aparato digestivo, existen opciones restrictivas aplicadas por vía endoscópica. Entre ellas se encuentran el balón intragástrico, la gastroplastia o plicatura gástrica y el método POSE. Este último consiste en realizar pliegues en el estómago, fijandos con suturas, con el objetivo de disminuir su capacidad.
¿Qué tipos de pólipos puede haber en el estómago?
En el estómago puede haber diferentes lesiones gástricas: pólipos de glándulas fúndicas, pólipos hiperplásicos, erosiones, úlceras, gastritis atrófica y metaplasia intestinal (precancerosa).
Los pólipos de glándulas fúndicas son crecimientos benignos que se forman en las glándulas del cuerpo del estómago y el fundus, que corresponden a la parte superior del órgano.
Estas formaciones están compuestas por tejido glandular gástrico normal y, por lo general, no representan un riesgo de desarrollar cáncer gástrico.
Son relativamente frecuentes, especialmente en personas que han utilizado inhibidores de la bomba de protones (IBP) durante períodos prolongados, como el omeprazol. Estos medicamentos, empleados para reducir la acidez gástrica, pueden favorecer su aparición.
En algunos casos, al suspender el uso de IBP, los pólipos pueden disminuir de tamaño o incluso desaparecer por completo.
Además, estos pólipos pueden surgir en el contexto de trastornos hereditarios, como el síndrome de poliposis adenomatosa familiar (PAF). Aunque suelen ser benignos, algunos pueden desarrollar displasia, lo que incrementa el riesgo de transformación maligna.
¿Cómo se ven los pólipos de glándulas fúndicas durante una endoscopia?
En una endoscopia, los pólipos de glándulas fúndicas se presentan como pequeñas elevaciones redondeadas que se proyectan desde la mucosa del estómago.
Su superficie suele ser regular, de un color rosado o translúcido que se asemeja al tejido gástrico circundante, lo que refleja que están cubiertos por mucosa gástrica normal. Los vasos visibles en su superficie tienden a ser periféricos y presentan una disposición rectilínea.
Generalmente, estas formaciones son de tamaño reducido, con un diámetro que varía entre unos pocos milímetros y un centímetro. Pueden observarse de manera aislada o en grupos, localizados principalmente en la región del fundus gástrico.
En los casos en que estas lesiones aparecen de manera esporádica y no están asociadas a condiciones hereditarias, no se requiere un seguimiento continuo ni la realización de biopsias. Sin embargo, si las lesiones presentan características inusuales, como un tamaño considerable o signos de erosión, pueden requerir una evaluación más detallada.
Pólipos gástricos hiperplásicos en el estómago
Los pólipos hiperplásicos surgen como una respuesta anómala de la mucosa gástrica frente a lesiones inflamatorias, como las que se producen por gastritis crónica o infecciones por Helicobacter pylori.
Por lo general, se localizan en el antro del estómago, la región más cercana al píloro. Aunque en la mayoría de los casos son benignos, un pequeño porcentaje puede presentar displasia, lo que incrementa el riesgo de progresión hacia el cáncer gástrico.
Estos pólipos suelen ser asintomáticos y son descubiertos de manera incidental durante una endoscopia.
Cuando un pólipo hiperplásico ubicado en el antro prolapso hacia el píloro, puede observarse un pedículo que se desplaza hacia la cavidad gástrica. Este movimiento, conocido como prolapso, puede obstruir parcialmente el paso al duodeno, ocasionando síntomas como sensación de saciedad, molestias abdominales o, en casos graves, episodios de vómito.
Visualmente, este tipo de pólipo presenta una coloración rojiza debido a la hiperplasia de la mucosa. Además, suele desplazarse levemente con los movimientos peristálticos del estómago, lo que es característico de los pólipos prolapsados. Es común que su superficie presente erosiones o pequeñas úlceras.
Tratamiento de los pólipos hiperplásicos del estómago
No todos los pólipos hiperplásicos requieren intervención. Si el pólipo es de tamaño reducido, el tratamiento puede limitarse a la erradicación de Helicobacter pylori.
Sin embargo, en casos donde el pólipo supera un centímetro, muestra signos de displasia, genera síntomas obstructivos o provoca anemia, puede ser necesaria su resección endoscópica.
La polipectomía es el procedimiento más utilizado para eliminar este tipo de pólipos. Este tratamiento, relativamente sencillo, no solo alivia los síntomas, sino que también previene complicaciones futuras, como el sangrado o el desarrollo de displasia.
¿Cómo se producen las erosiones gástricas? ¿Qué es una erosión gástrica?
Una erosión en el antro gástrico es una lesión superficial que afecta la mucosa del estómago sin penetrar las capas más profundas del tejido gástrico, diferenciándose así de una úlcera.
Estas lesiones suelen ser provocadas por factores que dañan directamente la mucosa gástrica, como el uso prolongado de antiinflamatorios no esteroides (AINE), un consumo excesivo de alcohol, infecciones por Helicobacter pylori o incluso estrés.
Por lo general, las erosiones son pequeñas, múltiples y, a menudo, se asocian con gastritis, una inflamación extendida de la mucosa gástrica.
¿Cuál es el aspecto endoscópico de las erosiones gástricas?
Durante una endoscopia, estas lesiones en el antro gástrico se presentan como áreas superficiales, planas, ligeramente elevadas o deprimidas, y con una forma levemente irregular. Estas erosiones afectan únicamente una porción de la mucosa del antro.
La zona circundante a las lesiones puede presentar inflamación o enrojecimiento (eritema), indicando la existencia de una gastritis subyacente. Las erosiones pueden aparecer de forma aislada o en agrupaciones, y su extensión varía desde pequeñas áreas hasta regiones más amplias del antro gástrico.
En algunos casos, se observan manchas oscuras o puntos de hematina sobre las erosiones.
Significado de la hematina
La hematina es un subproducto resultante de la descomposición de la sangre en presencia del ácido clorhídrico del estómago. Estas manchas oscuras, casi negras, son evidencia de un sangrado reciente en la mucosa gástrica que ya ha cesado, pero cuya sangre ha sido parcialmente digerida por los jugos gástricos.
La presencia de hematina sobre las erosiones indica actividad inflamatoria continua o irritación crónica de la mucosa, además de un posible sangrado activo o reciente.
Úlceras gástricas pépticas en el aparato digestivo
Una úlcera gástrica péptica es una lesión que afecta la mucosa del estómago. Esto se produce cuando el revestimiento protector del estómago se daña, permitiendo que los ácidos gástricos perjudiquen las capas más profundas de la pared gástrica.
Entre los síntomas más comunes se incluyen dolor en la parte superior del abdomen, especialmente después de comer, náuseas, vómitos y pérdida de apetito.
Las principales causas de estas úlceras son la infección por Helicobacter pylori y el uso de antiinflamatorios no esteroides (AINE), como el ibuprofeno o la aspirina. Ambos factores debilitan la barrera mucosa protectora del estómago, favoreciendo la formación de úlceras.
Visualización endoscópica de la úlcera gástrica
Durante una endoscopia, la úlcera gástrica péptica se presenta como una lesión excavada o deprimida en la mucosa gástrica, que a menudo atrae los pliegues gástricos hacia sí misma.
El fondo de la úlcera está cubierto por una capa blanquecina conocida como fibrina, lo que indica que el estómago está en proceso de cicatrización de la lesión. La fibrina es un material protéico que se deposita en la base de la úlcera para proteger los tejidos afectados y facilitar su reparación.
Los bordes de las úlceras suelen ser elevados e irregulares, mientras que la mucosa circundante puede estar inflamada o enrojecida debido a la continua irritación provocada por los ácidos gástricos.
Complicaciones y seguimiento de las úlceras gástricas
En casos más graves, las úlceras gástricas pueden sangrar, lo que puede ser visible como áreas de sangrado activo o coágulos. Es esencial monitorizar la cicatrización de las úlceras gástricas tras su tratamiento, ya que, en algunos casos, el origen de la úlcera podría ser maligno.
Durante un control endoscópico, se podría detectar una falta de cicatrización o características indicativas de un origen tumoral. Entre estas señales se incluyen pliegues interrumpidos o fusionados alrededor de la úlcera, formas muy irregulares o cambios en los tejidos circundantes que sugieren metaplasia o displasia, especialmente cuando se utiliza imagen con magnificación.
Gastritis atrófica y metaplasia intestinal en el sistema digestivo
La gastritis atrófica es una forma avanzada de inflamación crónica en el estómago, en la que las glándulas de la mucosa gástrica se destruyen progresivamente. Esto provoca un adelgazamiento de la mucosa gástrica y una disminución de su capacidad funcional.
Esta condición se vincula frecuentemente con infecciones prolongadas por Helicobacter pylori , que afecta inicialmente el antro del estómago y luego progresa hacia otras áreas. También está asociada con trastornos autoinmunes que afectan principalmente la mucosa gástrica en la parte superior del estómago.
A medida que la gastritis atrófica avanza, puede aumentar el riesgo de desarrollar alteraciones precancerosas, como la metaplasia intestinal. En esta condición, las células gástricas normales son reemplazadas por células similares a las del intestino.
Endoscopia de gastritis atrófica y metaplasia intestinal
En una endoscopia, la gastritis atrófica se observa en el antro como una mucosa pálida y aplanada, en contraste con la mucosa normal, que tiene un color rosado y tiene un aspecto algo más grueso.
Además, es común encontrar erosiones superficiales, que son áreas de daño localizadas en la mucosa. Estas erosiones se presentan como zonas ligeramente deprimidas o excavadas, rodeadas de mucosa inflamada.
En muchos casos, estas áreas erosionadas pueden sangrar levemente, y si ha habido un sangrado reciente, se pueden observar manchas oscuras de hematina, lo que indica que ha ocurrido un sangrado superficial.
Para detectar la metaplasia intestinal, se pueden emplear técnicas de imagen mejorada, como la cromoendoscopia y la magnificación, que permiten observar con mayor claridad los cambios en la mucosa.
Mediante estas técnicas, las zonas afectadas por metaplasia intestinal muestran un patrón de mucosa más vellosa y de color gris-azulado, con una estructura glandular que recuerda a la del intestino, en lugar de la disposición normal de la mucosa gástrica.
Lesiones en el duodeno: atrofia de las vellosidades, duodenitis erosiva y divertículo duodenal
Cuando se produce una atrofia significativa de las vellosidades duodenales, las pequeñas estructuras en forma de dedo que recubren la superficie del duodeno se aplanan o desaparecen.
Dado que las vellosidades son fundamentales para la absorción de nutrientes, su atrofia puede resultar en malabsorción, provocando síntomas como diarrea crónica, pérdida de peso y deficiencias nutricionales.
Las principales causas de la atrofia de las vellosidades duodenales incluyen la enfermedad celíaca, infecciones intestinales como la giardiasis (causada por un parásito unicelular), y algunas condiciones autoinmunes como la enteropatía autoinmune o la inmunodeficiencia común variable (IDCV).
También puede producirse por el uso de ciertos medicamentos, como el antihipertensivo olmesartán.
Durante una endoscopia, la atrofia significativa de las vellosidades duodenales se observa como una alteración en el patrón normal de la mucosa.
En un duodeno saludable, la mucosa presenta un patrón característico de vellosidades prominentes, lo que le da una textura rugosa o aterciopelada. Sin embargo, cuando ocurre atrofia vellositaria, este patrón se pierde, y la mucosa adquiere una apariencia plana o de pliegues cortados.
Duodenitis erosiva en el tubo digestivo
La duodenitis erosiva es una inflamación de la mucosa duodenal que se caracteriza por áreas de enrojecimiento localizadas, con o sin erosiones superficiales en la mucosa de esta parte del intestino.
Entre los síntomas comunes se incluyen dolor abdominal, náuseas y, en casos más graves, sangrado digestivo.
Las causas más frecuentes de la duodenitis erosiva son el uso prolongado de antiinflamatorios no esteroides (AINE) y la infección por Helicobacter pylori, condiciones similares a las que provocan la gastritis aguda.
Durante una endoscopia, la duodenitis erosiva se visualiza como áreas de erosión superficial dispersas en la mucosa duodenal, especialmente en el bulbo duodenal (la primera porción del duodeno, justo después del estómago).
Estas erosiones suelen aparecer como pequeñas lesiones deprimidas, rodeadas de mucosa inflamada o enrojecida, lo que indica un proceso inflamatorio activo. Algunas de estas lesiones pueden estar cubiertas por una capa blanquecina de fibrina o rodeadas de áreas de sangrado leve.
Divertículos duodenales en el tubo digestivo
Un divertículo duodenal es una protuberancia en forma de saco que se forma en la pared del duodeno debido al debilitamiento de su capa muscular. Se cree que su aparición está asociada a un aumento crónico de la presión en el interior del intestino.
Estos divertículos son más frecuentes en personas de edad avanzada y, por lo general, no presentan síntomas.
En una endoscopia lateral, un divertículo duodenal con una papila intradiverticular se observa como un saco con bordes suaves, y en su fondo o en uno de sus laterales, se puede visualizar la papila de Vater.
La papila puede mostrar un desplazamiento ligero respecto a su posición normal, y en algunos casos, puede ser más difícil de acceder o visualizar claramente debido a su localización dentro del divertículo.
Cuando los divertículos se encuentran cerca de la papila de Vater, pueden generar problemas en el sistema biliar, como la dilatación del conducto biliar y episodios de ictericia (coloración amarillenta de la piel y los ojos).
Algunos estudios sugieren que los divertículos duodenales están vinculados a un mayor riesgo de dilatación del conducto biliar y la formación de cálculos biliares.
Por ejemplo, se ha observado que las personas con divertículos tienen más del doble de probabilidades de experimentar dilatación del conducto biliar o desarrollar cálculos en comparación con aquellas que no tienen divertículos.
Además, estos divertículos pueden provocar obstrucción biliar de diversas formas. Esto puede ocurrir por la compresión mecánica del conducto biliar o por la alteración de la función del esfínter de Oddi, el músculo que regula el flujo de bilis, lo que dificulta la circulación de la bilis y favorece la formación de cálculos biliares y la inflamación de las vías biliares (colangitis).
Aunque son poco frecuentes, los divertículos, ya sean en el duodeno o en otras áreas del intestino delgado, pueden ocasionar complicaciones adicionales, como perforaciones, sangrados o sobrecrecimiento bacteriano intestinal.
Os dejamos la entrevista completa en EFEsalud para que podáis verla en video: Clic aquí.