El Dr. José Carlos Marín Gabriel nos lleva a un recorrido endoscópico a través del tubo digestivo, explorando el yeyuno y el íleon, las regiones más inaccesibles del intestino delgado. Posteriormente, mediante una colonoscopia, se examina el intestino grueso, iniciando en el ciego y finalizando en el orificio anal.
Enfermedades del tubo digestivo: patologías más frecuentes y su impacto en la salud
El intestino delgado y el colon son estructuras clave en el sistema digestivo, pero también son el origen de diversas patologías que pueden afectar gravemente la salud. Entre las enfermedades más relevantes se encuentran el cáncer colorrectal y las enfermedades inflamatorias intestinales, como la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa, problemas que pueden comprometer significativamente la calidad de vida de los pacientes.
Además, en estas áreas del tubo digestivo pueden desarrollarse otras alteraciones como angiectasias, úlceras, estenosis (estrechamientos intestinales), pólipos y pseudopólipos. Algunas de estas lesiones, como es el caso de algunos tipos de pólipos, tienen potencial para evolucionar hacia procesos malignos. También pueden identificarse erosiones, divertículos, hemorroides en distintos grados y fisuras anales crónicas, todas ellas con síntomas que pueden ir desde molestias leves hasta cuadros clínicos que requieren intervención médica especializada.
La endoscopia digestiva avanzada permite detectar y tratar muchas de estas afecciones, contribuyendo a la prevención y el diagnóstico temprano de enfermedades graves.

Cápsula endoscópica: una revolución en el diagnóstico del intestino delgado
Durante mucho tiempo, la exploración del aparato digestivo mediante endoscopia se limitaba a dos áreas específicas: el esófago, el estómago y el duodeno, a través de la gastroscopia, y el intestino grueso, mediante la colonoscopia. Sin embargo, el yeyuno y el íleon, partes del intestino delgado, representaban una zona de difícil acceso para los especialistas, lo que dificultaba la detección de diversas patologías.
La llegada de la cápsula endoscópica marcó un antes y un después en la exploración de esta región del tracto digestivo. Su origen se remonta a finales de la década de 1980, cuando un ingeniero israelí desarrolló el concepto de una cámara miniaturizada ingerible, capaz de capturar imágenes del delgado intestino en tiempo real. Basado en tecnología militar, este avance incorporó mini cámaras y sistemas inalámbricos de transmisión de imágenes, logrando su primera aplicación en seres humanos a comienzos de los años 2000.
Desde entonces, la cápsula endoscópica ha revolucionado el diagnóstico de diversas afecciones, como el sangrado gastrointestinal de origen desconocido, la enfermedad de Crohn y los tumores del intestino delgado. Al proporcionar una visión detallada de la mucosa intestinal, ha permitido detectar lesiones que antes resultaban invisibles con las técnicas convencionales, mejorando significativamente la precisión diagnóstica y el abordaje de estas enfermedades.

Videocápsula endoscópica intestinal: cómo funciona y sus avances tecnológicos
La videocápsula endoscópica es una innovadora técnica de diagnóstico que permite la exploración del intestino delgado de manera no invasiva. El procedimiento comienza con la ingestión de una pequeña cápsula equipada con una cámara, la cual avanza a través del tracto digestivo impulsado por los movimientos naturales del intestino. Durante su recorrido, captura multitud de imágenes que se secuencian formando un video y son transmitidas en tiempo real a un dispositivo externo colocado en el abdomen del paciente, ya sea en forma de bolso o cinturón.
Una vez completado su trayecto, la cápsula es eliminada de manera natural a través de las heces, sin necesidad de recuperarla. Las imágenes registradas se procesan y analizan para identificar posibles alteraciones en la mucosa intestinal.
Desde su aparición, esta tecnología ha evolucionado significativamente. Actualmente, existen cápsulas diseñadas específicamente para la evaluación del esófago y el colon, además de mejoras como la cromoendoscopia virtual y la integración de inteligencia artificial para detectar lesiones o sangrados con mayor precisión.
Para garantizar una visualización óptima y mejorar la eficacia del procedimiento, se recomienda que el paciente realice una preparación intestinal previa, similar a la utilizada en la colonoscopia. Esta limpieza del intestino permite obtener imágenes más claras, maximizando el rendimiento diagnóstico de la videocápsula.

Aspecto normal de la mucosa en el yeyuno e íleon
El intestino delgado en condiciones normales presenta una mucosa lisa y uniforme, con pliegues circulares bien definidos de tonalidad rosado pálido o anaranjado. Estos pliegues cumplen una función esencial en la absorción de nutrientes, ya que aumentan la superficie de contacto con los alimentos en el proceso de digestión.
En una exploración endoscópica, la luz intestinal debe observarse despejada, sin presencia de residuos alimenticios significativos ni signos de sangrado, inflamación o enrojecimiento. Asimismo, durante el tránsito de la videocápsula endoscópica, es habitual identificar las contracciones peristálticas, movimientos rítmicos que facilitan el avance del contenido digestivo.
Para considerar la mucosa intestinal como saludable, no deben existir interrupciones en la continuidad de los pliegues, ni áreas con alteraciones en la estructura, como sobreelevaciones o depresiones anómalas.
La videocápsula endoscópica puede recorrer la totalidad del intestino delgado, que mide aproximadamente seis metros de longitud, en un tiempo estimado de ocho horas, coincidiendo con la duración de su batería. Las imágenes captadas permiten una evaluación detallada de este tramo del tubo digestivo, lo que resulta clave para descartar patologías como úlceras, neoplasias o telangiectasias.

Lesiones más frecuentes detectadas con cápsula endoscópica
La cápsula endoscópica es una herramienta clave para la exploración del intestino delgado, permitiendo la identificación de diversas alteraciones en la mucosa. Entre las lesiones más comunes que pueden observarse se encuentran:
- Úlceras, que pueden ser indicativas de infecciones, inflamación crónica o efectos adversos de ciertos medicamentos, como los antiinflamatorios.
- Telangiectasias, pequeños vasos sanguíneos dilatados en la mucosa, que en algunos casos pueden ser responsables de sangrados ocultos.
- Estenosis, que se manifiestan como estrechamientos anómalos del intestino, dificultando el paso del contenido digestivo.
- Lesiones asociadas a la enfermedad inflamatoria intestinal (EII), especialmente en casos de enfermedad de Crohn y colitis ulcerosa, donde la mucosa puede presentar inflamación, erosiones o ulceraciones.
El uso de la cápsula endoscópica ha revolucionado el diagnóstico de estas afecciones, facilitando la detección temprana de anomalías que antes eran difíciles de evaluar mediante métodos convencionales.

Estenosis intestinal y su evaluación con cápsula endoscópica
Las estenosis intestinales son estrechamientos en la luz del intestino que pueden dificultar el tránsito del contenido digestivo, generando síntomas como dolor abdominal, distensión y alteraciones en la evacuación.
En pacientes con sospecha de estenosis, especialmente aquellos con enfermedad de Crohn, se recomienda realizar una prueba previa con una cápsula que puede llegar a disolverse parcialmente, llamada “Patency”. Este dispositivo actúa como un método de seguridad, ya que, si queda retenido en el intestino, se degrada progresivamente y es eliminado con las heces, evitando así el riesgo de obstrucción intestinal.
El uso de esta cápsula de prueba, en pacientes con sospecha de estenosis, previene complicaciones y reduce la necesidad de intervenciones quirúrgicas de emergencia, permitiendo a los especialistas determinar si el paciente es candidato para una cápsula endoscópica convencional sin riesgos adicionales.

Pólipos y tumores en el intestino delgado: ¿qué se puede detectar?
La presencia de pólipos en el yeyuno e íleon no es común en la población general, pero es más frecuente en personas con poliposis adenomatosa familiar. En estos casos, si se detectan pólipos en el duodeno, es posible que también se encuentren en segmentos más distales del intestino delgado.
Por otro lado, entre los tumores menos frecuentes de esta región se encuentran los GIST (tumores del estroma gastrointestinal). Estas formaciones suelen presentarse como protuberancias lisas con una mucosa de apariencia normal en la superficie. La detección temprana de estos tumores mediante cápsula endoscópica o enteroscopia es clave para su diagnóstico y tratamiento oportuno.

Lesiones en el intestino delgado: diagnóstico y tratamiento en la enfermedad inflamatoria intestinal
En los casos de enfermedades inflamatorias intestinales (EII), como la enfermedad de Crohn, se pueden observar lesiones en diversas fases de la patología. En etapas iniciales o leves, es común encontrar aftas o erosiones múltiples distribuidas de manera parcheada a lo largo de la mucosa intestinal. A medida que la enfermedad avanza, las lesiones pueden convertirse en ulceraciones profundas, que aparecen como áreas hundidas con bordes bien definidos. Estas úlceras suelen estar recubiertas por fibrina, lo que indica un proceso inflamatorio activo.
Cuando las úlceras causan retracción de la mucosa, pueden dar lugar a estenosis, un estrechamiento del intestino que afecta al tránsito intestinal.

Es importante destacar que las erosiones y úlceras no son exclusivas de la enfermedad de Crohn. Pacientes que consumen medicamentos antiinflamatorios no esteroides (AINEs) de forma crónica también pueden desarrollar estas lesiones, lo que subraya la necesidad de un diagnóstico preciso y temprano.
En cuanto a las telangiectasias en el intestino delgado, que son pequeños vasos sanguíneos dilatados, su tratamiento depende de la gravedad de los síntomas. Si estas lesiones causan anemia por pérdida de hierro o sangrado activo, pueden ser tratados mediante terapias endoscópicas. Lo más habitual es emplear coagulación con Argón Plasma (APC), lo que ayuda a detener el sangrado y aliviar los síntomas.

Para examinar áreas más distales del intestino delgado que no pueden ser alcanzadas con métodos endoscópicos convencionales, se utilizan enteroscopios de doble balón. Estos endoscopios especializados permiten una visualización más profunda de todo el tracto intestinal, lo que resulta fundamental para detectar y tratar lesiones que se encuentran en zonas más alejadas, como las que pueden observarse en la cápsula endoscópica.
En los casos más graves o cuando las lesiones son recurrentes, puede ser necesario considerar opciones adicionales de tratamiento. Una de estas opciones incluye el uso de fármacos, como los análogos de la somatostatina, que pueden ser eficaces para reducir la necesidad de transfusiones sanguíneas, especialmente en pacientes que presentan hemorragias crónicas.
Sin embargo, cuando el sangrado es incontrolable y no responde a tratamientos médicos, se podría requerir una intervención quirúrgica para abordar la causa subyacente del problema y evitar complicaciones graves.
El diagnóstico temprano y el enfoque integral del tratamiento son cruciales para abordar adecuadamente las afecciones en el intestino delgado y mejorar la calidad de vida del paciente.
Exploración del Colon: La Colonoscopia
La colonoscopia es un procedimiento endoscópico fundamental que permite examinar toda la mucosa del intestino grueso, un tramo de aproximadamente un metro y medio de longitud, que va desde el recto hasta la última parte del intestino delgado conocida como íleon terminal. Este procedimiento es esencial para la detección y diagnóstico de diversas patologías, como inflamaciones, pólipos o incluso cáncer colorrectal.
Al igual que en la endoscopia digestiva alta, el endoscopista comienza el procedimiento dirigiéndose hacia el segmento más distante del tracto digestivo, que en este caso es el ciego o el íleon terminal. A medida que se retira el colonoscopio, se examina detenidamente la mucosa del intestino grueso para identificar posibles lesiones o alteraciones que puedan requerir un tratamiento adicional.
Es importante tener en cuenta que, al igual que con otros procedimientos endoscópicos, se debe realizar una preparación adecuada antes de la colonoscopia. Esta preparación incluye una dieta específica y la ingesta de medicamentos que aseguran una correcta limpieza del intestino, permitiendo una visualización óptima durante el procedimiento.

Hemorroides: Diagnóstico y Tratamiento a Través de la Colonoscopia
Las hemorroides son una de las primeras afecciones que pueden observarse en la zona anal durante una colonoscopia. Las hemorroides internas son dilataciones de los plexos venosos que se encuentran en el canal anal. En el examen endoscópico, estas se presentan como estructuras blandas que sobresalen hacia la luz del canal anal, mostrando un color algo más azulado que el de la mucosa circundante.
El tratamiento para las hemorroides depende de en qué fase se encuentren. Se clasifican en cuatro tipos:
- Grado 1: En este caso, no hay prolapso (desplazamiento de las hemorroides fuera del canal anal). El tratamiento se basa en un manejo conservador, que incluye un aumento en la ingesta de líquidos (entre 6 y 8 vasos diarios) y una dieta rica en fibra para facilitar la evacuación intestinal.
- Grado 2: Las hemorroides se prolapsan con el esfuerzo, pero se reducen de manera espontánea. El tratamiento es similar al de las hemorroides de grado 1. Si este enfoque conservador no es efectivo, una opción es la ligadura con banda elástica, un procedimiento con baja tasa de complicaciones.
- Grado 3: Estas hemorroides prolapsan y requieren reducción manual para volver a colocarlas en su posición. El tratamiento a seguir suele ser quirúrgico, especialmente si los métodos conservadores no resultan.
- Grado 4: En este grado, las hemorroides prolapsan pero no pueden ser reducidas manualmente. El tratamiento generalmente involucra cirugía para resolver el problema de manera definitiva.
La colonoscopia no solo permite identificar las hemorroides, sino que también es una herramienta útil para descartar otras patologías anorrectales, como las fisuras anales, que presentan síntomas similares. Las lesiones agudas se caracterizan por un desgarro estrecho en la mucosa del canal anal, y su identificación es crucial para un diagnóstico y tratamiento adecuado.

Fisuras Anales: Diagnóstico, Tratamiento y Opciones Quirúrgicas
Las fisuras anales crónicas suelen mostrar características distintivas durante la colonoscopia. Una de las más comunes es la presencia de un pliegue centinela en el margen externo de la fisura, junto con una papila anal hipertrofiada en el canal anal, situada en el borde interno de la fisura. Estas alteraciones son típicas de los daños persistentes y requieren un manejo adecuado para evitar complicaciones.
Tratamiento de las Fisuras Anales Agudas
Las fisuras anales agudas, que son generalmente más recientes, pueden tratarse de manera conservadora. El tratamiento inicial incluye baños de asiento para aliviar la irritación y aumentar la circulación sanguínea en la zona afectada. Además, es importante aumentar la ingesta de fibra en la dieta para facilitar las evacuaciones y reducir la presión en el canal anal durante el paso de las heces.
Manejo de las Fisuras Crónicas
Cuando las fisuras se vuelven crónicas, el tratamiento conservador ya no es suficiente y se recurre a fármacos tópicos. Los antagonistas del calcio y la nitroglicerina son opciones utilizadas comúnmente, ya que ayudan a reducir la presión en el esfínter anal, promoviendo la cicatrización de la fisura. Sin embargo, la nitroglicerina puede causar cefaleas como efecto secundario, lo que puede limitar su uso.
Tratamiento Quirúrgico
En casos donde las fisuras anales crónicas no responden a los tratamientos conservadores o farmacológicos, puede ser necesario considerar una intervención quirúrgica. Una de las opciones es la esfinterotomía lateral interna, un procedimiento que consiste en cortar una pequeña porción del esfínter anal interno para reducir la presión en la zona y permitir que la fisura cicatrice adecuadamente. Aunque esta cirugía tiene una alta tasa de éxito, es importante tener en cuenta que, con el paso de los años, puede existir un mínimo riesgo de incontinencia fecal como complicación.
El tratamiento adecuado de las fisuras anales es esencial para mejorar la calidad de vida de los pacientes y evitar complicaciones a largo plazo. Dependiendo de la gravedad de la afección, se evaluarán las opciones conservadoras, farmacológicas o quirúrgicas para asegurar la mejor resolución posible.

Los divertículos del colon: ¿Qué son y cómo se tratan?
Los divertículos son pequeñas formaciones en forma de bolsa que se proyectan desde la pared del colon. Estas estructuras son más comunes en el colon sigmoide, ubicado en el lado izquierdo del intestino grueso, y suelen aparecer con mayor frecuencia a medida que las personas envejecen. En la mayoría de los casos, no causan síntomas y no requieren tratamiento.
Durante la colonoscopia, los divertículos se pueden identificar como depresiones circulares en la mucosa, con bordes claramente definidos. Aunque generalmente son inofensivos, pueden complicarse en ciertos casos.
Complicaciones de los divertículos
Aunque la mayoría de los divertículos no presentan problemas, algunas personas pueden experimentar complicaciones. Las dos más comunes son:
- Diverticulitis: En esta situación, los divertículos se inflaman y pueden causar síntomas como dolor abdominal y fiebre. Si la diverticulitis es leve, generalmente no se necesita tratamiento, pero en casos más graves, puede ser necesaria la hospitalización y el uso de antibióticos intravenosos.
- Sangrado: Los divertículos también pueden causar sangrado en el tracto digestivo bajo, lo que se traduce en hemorragias digestivas bajas. Este tipo de sangrado es más común en personas mayores y, con cierta frecuencia, se detiene por sí solo. Sin embargo, en algunos casos, es necesario realizar un tratamiento endoscópico para detener el sangrado.
Tratamiento de las complicaciones
En el caso de la diverticulitis leve, el tratamiento conservador suele ser suficiente. Esto puede incluir cambios en la dieta y el uso de antibióticos orales. Sin embargo, cuando los síntomas son graves, es posible que se necesite una intervención más agresiva, como antibióticos intravenosos en un hospital.
Si los divertículos desarrollan complicaciones más serias, como abscesos o perforaciones, y no responden al tratamiento conservador, es posible que se requiera cirugía para eliminar la parte afectada del colon.

Angiodisplasias del colon: ¿Qué son y cómo se manejan?
Las angiodisplasias del colon son malformaciones vasculares que se caracterizan por la presencia de lesiones rojizas o violáceas en la mucosa del colon. Estas formaciones anormales de los vasos sanguíneos son una de las causas más comunes de sangrado digestivo bajo, especialmente en pacientes de edad avanzada o aquellos con ciertas comorbilidades.
El riesgo de sufrir angiodisplasias aumenta en personas que padecen condiciones como insuficiencia renal o estenosis aórtica, y el riesgo es aún mayor en aquellos que requieren tratamiento con fármacos anticoagulantes. Estos medicamentos, al afectar la coagulación sanguínea, pueden hacer que el sangrado sea más difícil de controlar.
En muchos casos, las angiodisplasias no provocan síntomas, pero cuando se presentan complicaciones como sangrados, el tratamiento adecuado es fundamental. El diagnóstico se realiza durante la colonoscopia, que permite visualizar estas malformaciones vasculares y diferenciar otras posibles causas de sangrado.
Es importante destacar que, aunque las angiodisplasias pueden ser una fuente de sangrado digestivo, el manejo y tratamiento adecuados dependerán de la intensidad del sangrado y la salud general del paciente. En algunos casos, puede ser necesaria una intervención endoscópica para controlar el sangrado o, en situaciones más graves, se podrían considerar tratamientos quirúrgicos o terapias específicas.

Diagnóstico y tratamiento de la estenosis colónica
La estenosis colónica se refiere al estrechamiento de la luz del colon, y puede ser consecuencia de inflamación crónica o de cirugías previas, especialmente aquellas relacionadas con la extirpación de segmentos del colon debido al cáncer.
Durante una colonoscopia, la estenosis se observa como un área con luz reducida. En algunos casos, puede presentar cambios inflamatorios en su superficie, ya sea por una enfermedad inflamatoria intestinal (EII) o como resultado de cirugías anteriores. En estos últimos, es común encontrar puntos de sutura o grapas de la cirugía.
La mayoría de las estenosis responden favorablemente a las dilataciones endoscópicas con balón. Sin embargo, el tratamiento específico dependerá de la causa subyacente. En el caso de estenosis inflamatorias asociadas a enfermedades como la EII, los medicamentos como esteroides o terapias biológicas pueden ser efectivos.

Diagnóstico de la Enfermedad Inflamatoria Intestinal
La enfermedad inflamatoria intestinal (EII), que abarca tanto la colitis ulcerosa como la enfermedad de Crohn, presenta características endoscópicas que pueden ser indicativas, pero no son exclusivas de ella. Por ello, para llegar a un diagnóstico definitivo, es esencial contar con información complementaria de otras pruebas, como análisis de sangre, estudios radiológicos e histológicos.
En la colitis ulcerosa, la inflamación afecta principalmente el recto y puede extenderse de manera continua hacia el colon proximal. Por otro lado, en la enfermedad de Crohn, la inflamación se presenta de forma discontinua, con áreas de tejido sano intercaladas entre las lesiones inflamadas, lo que da lugar a una distribución parcheada de la inflamación.

En los casos de actividad más intensa de la enfermedad inflamatoria intestinal, las úlceras pueden llegar a ser más profundas. En situaciones graves, es posible que se desarrollen complicaciones como estenosis o fístulas, que afectan el funcionamiento del tracto intestinal.
Otro hallazgo frecuente son los pseudopólipos, que son formaciones de tejido inflamatorio originadas por la regeneración de la mucosa intestinal. Aunque estos crecimientos son más comunes en pacientes con colitis ulcerosa, también pueden aparecer en aquellos diagnosticados con enfermedad de Crohn.

Durante la colonoscopia, los pseudopólipos se observan como protrusiones irregulares, a menudo múltiples, que sobresalen de la mucosa del colon inflamado. Las Guías de Práctica Clínica sugieren que, en estos casos, se realicen biopsias dirigidas a los pseudopólipos más sospechosos. Sin embargo, no es necesario extirpar ni tomar muestras de todas las lesiones presentes.
El tratamiento de la enfermedad inflamatoria intestinal (EII) varía según su gravedad. Los medicamentos utilizados incluyen aminosalicilatos, corticoides, inmunomoduladores y terapias biológicas. En situaciones más avanzadas, cuando las complicaciones no pueden ser controladas con fármacos, puede ser necesario recurrir a la cirugía.

El tratamiento de los pólipos durante la colonoscopia: ¿Cómo se abordan?
Los pólipos colónicos son protuberancias de la mucosa intestinal que pueden clasificarse según su forma (protruidos, planos o deprimidos) y su tipo histológico (hiperplásicos, adenomatosos, serrados, juveniles o hamartomatosos). Durante la colonoscopia, estos pólipos generalmente aparecen como estructuras bien definidas que sobresalen de la mucosa. El tamaño y la apariencia de los pólipos juegan un papel crucial en la evaluación de su riesgo de malignización.
El diagnóstico óptico, utilizando técnicas como la cromoendoscopia y la magnificación, es fundamental para determinar si un pólipo tiene características malignas o no.
El tratamiento principal para los pólipos detectados durante una colonoscopia es su resección. En el caso de pólipos pequeños, se emplean pinzas de biopsia, mientras que los más grandes requieren técnicas como la polipectomía con asa, la resección mucosa endoscópica o la disección submucosa. Estas intervenciones no solo eliminan el pólipo, sino que también permiten el análisis histopatológico, lo que ayuda a evaluar su potencial maligno.
Es esencial realizar un seguimiento endoscópico regular en pacientes con antecedentes de pólipos adenomatosos, ya que estos tienen un mayor riesgo de desarrollar cáncer colorrectal. La frecuencia de las revisiones dependerá del tamaño, número y características histológicas de los pólipos que se hayan extirpado.

El papel fundamental de la colonoscopia en la detección del cáncer colorrectal
La colonoscopia juega un papel fundamental en la detección y diagnóstico del cáncer colorrectal, siendo la prueba de referencia en este ámbito. Con este procedimiento es posible identificar, de manera directa masas, pólipos malignos y áreas de displasia en pacientes con enfermedades inflamatorias intestinales (EII). Además, durante la colonoscopia se pueden realizar biopsias para confirmar el diagnóstico histológico y evaluar la naturaleza de las lesiones.
El cáncer colorrectal suele manifestarse como una masa irregular con bordes elevados y una evidente infiltración de la mucosa intestinal. En las etapas más avanzadas, este tipo de cáncer puede generar obstrucción del colon, lo cual se observa como un estrechamiento considerable de su luz. En ocasiones, el cáncer puede presentarse en forma de pólipos pequeños que han degenerado y que pueden ser difíciles de detectar, especialmente si la limpieza del colon no es adecuada.
El tratamiento del cáncer colorrectal varía según el estadio de la enfermedad. En las etapas más tempranas, cuando las lesiones se localizan en las capas superficiales, pueden ser tratadas mediante técnicas endoscópicas. Para los casos más avanzados, el tratamiento generalmente involucra cirugía, quimioterapia o radioterapia, esta última en lesiones ubicadas en el recto. Tras el tratamiento, la vigilancia endoscópica periódica es crucial para detectar posibles recurrencias y asegurar un seguimiento adecuado.

¿Puede la radioterapia para el cáncer de próstata causar daños en el recto?
La radioterapia aplicada al cáncer de próstata puede provocar complicaciones en el recto, siendo la proctitis por radiación una de las más comunes. Esta condición se presenta como una inflamación en el recto, y puede clasificarse en dos tipos según la temporalidad de los síntomas: aguda y crónica.
La proctitis aguda se desarrolla durante el tratamiento de radioterapia o dentro de los tres meses posteriores. Se caracteriza por una inflamación superficial del recto y síntomas como diarrea, tenesmo (sensación constante de necesitar evacuar sin poder hacerlo) y urgencia. En la mayoría de los casos, la proctitis aguda es autolimitada y mejora con medidas de soporte como hidratación y el uso de antidiarreicos.
Por otro lado, la proctitis crónica se presenta varios meses después de la radioterapia. En este caso, se observa la formación de nuevos vasos sanguíneos (neovasos) en el recto, lo que puede derivar en pequeñas úlceras si la condición es grave. Los síntomas incluyen sangrado rectal, tenesmo y dolor en la zona afectada.
El tratamiento de la proctitis crónica generalmente se realiza de forma endoscópica, utilizando técnicas como la coagulación con plasma de argón (APC), que ha demostrado ser eficaz y segura para controlar el sangrado rectal.