¡Me duele el estómago, doctora!
Qué hay detrás de la dispepsia funcional.
- Dra. Virginia Matallana Royo
- Diciembre 2022
- Trastornos funcionales y de la motilidad.
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¿Le duele el estómago y toda la comida le sienta mal? ¿Le han hecho pruebas y todas salen bien? Puede que se sienta como en una buena película de intriga donde nadie sabe quién es “el malo” hasta el final.
A este problema digestivo que usted sufre, los médicos le llaman dispepsia funcional. A continuación le contamos qué es, cómo se produce y qué alternativas de tratamiento existen. Eso sí, cuente con que hay varios actores en esta trama y el asesino no siempre es el mayordomo.
El dolor o ardor en lo que comúnmente se llama “la boca del estómago”, la sensación de estar muy lleno a pesar de haber comido poco, las digestiones pesadas o las náuseas son síntomas digestivos muy frecuentes. Si éstos han estado presentes durante los últimos tres meses y comenzaron hace al menos seis, se puede tratar de una dispepsia funcional. Por supuesto, antes hay que descartar otras enfermedades que puedan producir los mismos síntomas. La dispepsia funcional es un trastorno frecuente que afecta a 1 de cada 10 personas, sobre todo a mujeres jóvenes y que, en ocasiones se asocia con problemas de ansiedad o depresión.
¿Por qué se produce la enfermedad? Parece que los desencadenantes pueden ser la comida, el estrés, las emociones, e incluso las infecciones víricas o bacterianas (como en el caso del Helicobacter pylori). Por eso, tampoco es raro que aparezcan algunos de los síntomas mencionados más arriba tras haber pasado la COVID-19.
El caso es que, sea cual sea el factor que induce los síntomas, el estómago no hace su trabajo correctamente. Puede que cuando llega el alimento, no se vacíe bien. Quizás sea más sensible de lo normal a la llegada del bolo alimenticio. O puede que al duodeno (el segmento de intestino delgado al que vacía su contenido el estómago) la llegada del ácido del estómago le resulte “incómoda”. Como verá, ya han aparecido algunos sospechosos en este guion.
Sin embargo, estos no son los únicos factores que explican la dispepsia funcional. Cada vez hay más datos que demuestran que puede haber defectos de la barrera intestinal a nivel del duodeno. Esto, unido a una alteración de la microbiota, puede favorecer la aparición de células inflamatorias en la pared del intestino. ¿A qué lleva esto? A una inflamación leve, pero crónica. Y en todo este proceso, se ha demostrado que el eje cerebro-intestino tiene un papel fundamental. Podría muy bien ser “el padrino” detrás de todo este pastel.
Y usted dirá: ¡Pues fijo que, si me pasa esto, me piden una gastroscopia! Pues ha de saber que, para diagnosticar la dispepsia funcional, esta prueba no siempre es necesaria. De hecho, en la mayoría de los casos (en 7 de cada 10, aproximadamente), el resultado de esta exploración es… normal. ¡Sí! ¡Normal! ¡Como lo oye!
Lo que sí está recomendado siempre es estudiar si existe infección en el estómago por la “famosa” bacteria Helicobacter pylori. En caso de que sea positivo, el tratamiento antibiótico puede mejorar los síntomas o incluso pueden llegar a desaparecer por completo. En otras ocasiones, si existen lo que denominamos síntomas de alarma (anemia, pérdida de peso o cansancio no explicado por otros motivos), o si usted no responde al tratamiento, puede que su médico le pida una gastroscopia y otras pruebas diagnósticas adicionales. Es porque su médico está pensando que puede haber algún problema potencialmente más importante para su salud.
En este punto, es importante que sepa que la dispepsia funcional es una enfermedad crónica para la cual no hay una cura. ¿Así de claro? ¡Pues sí! Ahora bien, disponemos de fármacos que pueden tratar los síntomas y mejorar la calidad de vida del paciente. ¡Que no es poco, oiga!
Sin embargo, no hay que olvidar que, antes de iniciar un tratamiento farmacológico es importante cambiar ciertos hábitos de vida y mejorar la dieta. Se recomienda hacer más comidas al día pero de menor cantidad, evitar los estimulantes (café, tabaco, alcohol…), las bebidas gaseosas, las grasas o las comidas picantes. No es bueno retirar alimentos de la dieta sin consultar con el médico. ¡Ojo! Hacer dietas demasiado restrictivas puede poner en riesgo su salud.
Pasamos a los medicamentos. Las “fuerzas del orden” de nuestro film de intriga. Entre los fármacos que se emplean para la dispepsia funcional están los inhibidores de la bomba de protones que inhiben la producción de ácido en el estómago (como el omeprazol y derivados), los procinéticos que incrementa el movimiento de contracción gástrica (como la cinitaprida o la domperidona), o los neuromoduladores viscerales que disminuyen la hipersensibilidad y el dolor (como los antidepresivos tricíclicos o la mirtazapina).
¿Y eso es todo? Pues verá, algunos tratamientos psicoterapéuticos y el manejo del estrés también han demostrado ser beneficiosos. De hecho, en aquellos pacientes que no responden a otras medidas y que tienen una alta carga emocional pueden tener un papel importante.
También existen otras alternativas, pero su efectividad no está tan claramente demostrada: en este grupo se encuentran los probióticos, algunos antibióticos como la rifaximina o estabilizadores de la permeabilidad intestinal.
En definitiva, para una correcta evaluación y tratamiento de la dispepsia funcional es importante tener en cuenta su caso concreto, cómo se presentan sus síntomas e interpretar adecuadamente los resultados de las pruebas que usted se haga. Dedicaremos tiempo a escucharle, investigaremos su caso y haremos lo posible por encontrar al culpable, por escurridizo que sea, y resolver su problema.