Intestino permeable

¿Mito o realidad?

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En el mundo de la salud digestiva hay conceptos y términos que van y vienen. Uno de ellos lleva generando mucho debate desde hace varios años y ha ganado especial atención entre los entusiastas de la mal llamada “medicina natural”. Se trata del «síndrome de intestino permeable».

Sus defensores sostienen que puede ser la causa subyacente de una amplia gama de problemas de salud, mientras que un segmento mayoritario de profesionales lo consideran un concepto sin fundamentos científicos sólidos.

En este artículo, podrás explorar este controvertido tema desde diferentes perspectivas y te contaremos las evidencias científicas disponibles para determinar si el síndrome de intestino permeable realmente existe.

Prepárate para leer este post que te aportará un punto de vista crítico sobre el tema.

Te puede pasar a ti

Y es que, el síndrome de intestino permeable está tan en boga que hasta algunos auxiliares de farmacia se aventuran a diagnosticarlo y tratarlo sobre la marcha en los mostradores. Lo que te cuento a continuación es completamente real.

Uno de mis familiares más cercanos padece de migraña con cierta frecuencia. Todo un incordio que cursa con clínica digestiva que no le permite ni siquiera tomar pastillas para tratar su dolor de cabeza. Necesita medicaciones, por tanto, que no se administren por vía oral. Recientemente, su neurólogo le pautó un antimigrañoso inyectable. Y tú dirás, ¿qué tiene que ver esto con el intestino permeable? Sigue leyendo y verás.

Mi familiar acudió a la farmacia un buen día a por las jeringas de su tratamiento. La persona que le atendió en el mostrador, tras darle la medicación comenzó a interrogarla. “¿No tendrás también molestias de estómago asociadas a la migraña?”, le dice la persona del mostrador. “¡Para nada!, mi aparato digestivo va perfecto”, respondió ella.

La auxiliar de farmacia insistió en diagnosticarle de “intestino permeable”. “Verás”, continuó contándole a mi familiar, “No es raro que los dolores de cabeza sean debidos a problemas gastrointestinales. Se trata de un trastorno que hace que las toxinas pasen del tubo digestivo a la sangre y esa puede ser la causa de los dolores de cabeza. Mejoran mucho con probióticos. Puedo recomendarte alguno”.

No hizo la venta. No era un negocio fácil de cerrar. La paciente, mi familiar, no tenía ningún otro problema crónico diferente de la migraña de años de evolución. No mordió el anzuelo.

Pero podría haber sido una venta fácil. Las alteraciones funcionales digestivas son muy frecuentes y, por tanto, tener cefaleas y molestias de estómago son síntomas que se asocian con facilidad. Lo que no quiere decir, en absoluto, que unos sean causas de los otros.

Pues ambos síntomas forman parte, según los que respaldan su existencia, del espectro del síndrome de intestino permeable, al igual que otros síntomas inespecíficos y muy frecuentes en la población.

¿Qué es el síndrome de intestino permeable?

Una observación para tener en cuenta antes de seguir leyendo. Es preciso que conozcas que la barrera intestinal no es completamente impermeable. El intestino es permeable por propia naturaleza. De otro modo, no sería posible absorber los nutrientes.

¿A qué se refiere entonces el término “síndrome de intestino permeable”? A una teórica condición en la que las uniones estrechas entre las células del revestimiento intestinal se vuelven más laxas de lo normal. Esa especie de puentes entre una célula y la contigua estarían dañados, permitiendo una especie de distanciamiento entre ambas.

La hipótesis que se maneja sería la siguiente: tanto las toxinas como algunas bacterias que pudieran ir pasando por el tubo digestivo, podrían atravesar la barrera intestinal entre las células del intestino y entrarían en el torrente sanguíneo. Esto podría desencadenar una respuesta inflamatoria y causaría una serie de síntomas relacionados con esa alteración en la permeabilidad.

Los síntomas relacionados con el síndrome de intestino permeable

Según algunos defensores del síndrome de intestino permeable, los síntomas pueden variar desde malestar digestivo, como distensión abdominal, retortijones y diarrea, hasta problemas de salud más relevantes, como alergias, enfermedades autoinmunes y trastornos del estado de ánimo como cansancio y malestar general.

Sin embargo, como podrás observar, estos síntomas son inespecíficos y pueden estar presentes en multitud de problemas de salud. Además, los estudios científicos han demostrado resultados divergentes en cuanto a la relación entre la permeabilidad intestinal aumentada y estos síntomas mencionados.

Pruebas diagnósticas

Aunque existe un creciente interés en el síndrome de intestino permeable, actualmente no hay pruebas de diagnóstico estandarizadas y validadas para confirmar su existencia. Algunos médicos pueden solicitar pruebas de laboratorio para medir la permeabilidad intestinal, pero la interpretación de estos resultados es complicada y su utilidad clínica sigue siendo objeto de debate.

La falta de pruebas que resulten fiables dificulta un diagnóstico. Y es que, si no puedes probar que existe una enfermedad con una prueba validada, no puedes demostrar siquiera que exista tal enfermedad. ¿Te imaginas tratar de diagnosticar una apendicitis y que una ecografía o un escáner no pudieran detectar la inflamación del apéndice de manera reproducible? Muchas personas se operarían y otras tantas acabarían en su casa con una perforación.

Para que te hagas una idea de lo inconsistente de las pruebas que se emplean para su diagnóstico, verás lo que sucede con una de las pruebas más usada. Hablamos de la excreción fraccionada en orina de lactulosa/manitol.

¿En qué se basa esta prueba? Se creía que la lactulosa, que es una molécula grande, solo podría pasar a través de fugas o áreas dañadas en el revestimiento del intestino, y se consideraba un indicador de la salud de la barrera intestinal. Por otro lado, se pensaba que el manitol, una molécula más pequeña que la lactulosa, pasaba a través de pequeños poros que permiten el paso de sustancias como el agua y los iones de sodio. Se suponía, por tanto, que el manitol y otros azúcares similares “medían” la extensión de la superficie del intestino. Se asumía que la proporción entre la lactulosa y el manitol podría indicar un daño en el revestimiento intestinal.

Sin embargo, al revisar los tamaños moleculares de las moléculas de azúcar utilizadas en estas pruebas, no parece haber una diferencia relevante entre los tamaños de la lactulosa y el manitol, lo que sugiere que probablemente, tanto la lactulosa como el manitol, atraviesan el intestino de la misma manera y no por diferentes vías.

Posibles tratamientos

Dado que la existencia del síndrome de intestino permeable aún es objeto de controversia, las pautas que se recomiendan como supuesto tratamiento son variadas y no hay ningún consenso.

Algunos defensores sugieren la adopción de una dieta específica, como la dieta sin gluten o la dieta baja en FODMAP, mientras que otros abogan por la suplementación con ciertos nutrientes (fibra, zinc, vitamina D o ácidos grasos omega-3) o probióticos (el objetivo de venta de nuestra auxiliar de farmacia de más arriba).

La efectividad de cualquiera de estas pautas no está respaldada por evidencia científica sólida.

Perspectiva crítica y pruebas científicas

A pesar de la popularidad del concepto de síndrome de intestino permeable, se debe mantener una perspectiva crítica y basada en pruebas científicas rigurosas.

Varios estudios han cuestionado la existencia de este síndrome y se ha encontrado que la mayoría de las afirmaciones carecen de apoyo científico sólido. La literatura médica actual sugiere que la permeabilidad intestinal aumentada es un fenómeno normal y transitorio en ciertas situaciones, como infecciones intestinales agudas, pero no necesariamente indica una afección crónica y generalizada.

Además, muchos de los estudios citados para respaldar la existencia del síndrome de intestino permeable han demostrado limitaciones de diseño significativas, como tamaños de muestra pequeños o ausencia de grupos de control adecuados.

Según diferentes investigaciones, nos encontramos con diversos problemas a la hora de diagnosticar esta entidad:

  • En primer lugar, los cambios en la permeabilidad pueden ser simplemente un efecto secundario de otros problemas. Por ejemplo, cualquier proceso inflamatorio puede afectar la barrera intestinal. Lo mismo sucede con otros factores, como los alimentos que comemos o sustancias en nuestro intestino como los ácidos biliares, que pueden influir en las uniones entre células.
  • En segundo lugar, aunque es posible que los alérgenos, el estrés y la actividad física puedan afectar la barrera intestinal, aún no sabemos exactamente cómo esto podría causar problemas de salud. 
  • En tercer lugar, tener una barrera intestinal alterada no es suficiente para causar enfermedades en los modelos animales de laboratorio. 
  • Por último, una permeabilidad aumentada podría no ser siempre perjudicial, y todavía no hay pruebas suficientes de que cambiar la permeabilidad pueda cambiar el curso natural de una enfermedad. 

Conclusión

En resumen, el síndrome de intestino permeable sigue generando un intenso debate en el campo de la salud digestiva. Aunque algunos defensores sugieren que puede ser la causa subyacente de una amplia gama de problemas de salud, la evidencia científica actual no respalda de manera concluyente su existencia como una entidad clínica bien definida.

Los síntomas que se le atribuyen son inespecíficos y pueden estar presentes en otros problemas médicos, mientras que las pruebas de diagnóstico y los enfoques de tratamiento carecen de consenso y de pruebas sólidas a su favor.

La imagen mental que nos crea esta supuesta enfermedad es muy clara y se puede explicar con facilidad. Casi puedes ver en tu cabeza, con total nitidez, las células del intestino y sus uniones “rotas” con la célula de al lado. Sucede siempre con los modelos “mecanicistas” de las enfermedades. Le dan sentido al problema que se pretende resolver. Sin embargo, hay que demostrar tanto su existencia como las mejorías asociadas al tratamiento mediante experimentos científicos rigurosos. No podemos aceptar la fundación de nuevo conocimiento sobre arenas movedizas.

Finalmente, en lo que se refiere al tratamiento, cualquier suplemento o nutriente empleado para tratar esta entidad, cuya mera existencia sigue debatida, debe demostrar tanto una asociación causal con la mejoría o restauración de las barreras intercelulares como resultados relevantes para la salud de los pacientes.

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