Hinchazón abdominal

Qué hacer cuando te sientes como un globo

Hinchazon abdominal icadig

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¿Alguna vez le ha pasado?

Una sensación incómoda de hinchazón o presión en el abdomen. No llega a ser dolor, pero no le permite sentirse bien. La mayoría diría que “tiene gases” y en algunos casos es así, pero no en todos.

Le puede ocurrir a personas de cualquier edad. En ocasiones comienza de forma más o menos brusca, y es posible identificar como desencadenante una comida o un tratamiento médico que no nos sentó bien. En la mayoría de los casos cursa de forma progresiva, en períodos de semanas o meses y su evolución puede ser muy variable. Las remisiones espontáneas durante períodos variables de tiempo pueden preceder a un empeoramiento progresivo que llegue a limitar la alimentación o interferir en la vida social.

Cuando tu abdomen no se parece al que era

El signo objetivo de la sensación de hinchazón abdominal es la distensión, que ocurre cuando la sensación de “ocupación” o “pesadez” abdominal se asocia a un aumento del perímetro del abdomen. Muchas personas cuentan que al final del día “no caben en su propia ropa”. En algunos casos puede llegar a ser muy llamativa y generar situaciones socialmente embarazosas.

A quiénes afecta más

Las mujeres consultan por este motivo más que los hombres, pero no está claro si se debe realmente a que la enfermedad es más frecuente en ellas o simplemente que solicitan ayuda con mayor frecuencia que los hombres, pero en todo caso, es muy frecuente en ambos sexos.

El impacto en la calidad de vida

En encuestas realizadas a personas con esta molestia, se ha observado que 3 de cada 4 describen sus síntomas como moderados a graves y la mitad de ellos cuentan que sus síntomas limitan sus actividades diarias.

Ambos problemas, la hinchazón abdominal y la distensión, a menudo coinciden con otros trastornos gastrointestinales como la dispepsia, el síndrome del intestino irritable y el estreñimiento crónico funcional. En estos casos, puede constituir el síntoma dominante o simplemente un trastorno más en un conjunto de molestias mucho más amplia.

¿Por qué me pasa esto?

La hinchazón puede aparecer por múltiples razones, pero entre las más frecuentes se encuentran las intolerancias a algunos alimentos y las alteraciones en la composición, la cantidad o la localización en el intestino de los microorganismos que forman parte de nuestra microbiota.

Un confusión frecuente atribuye todos estos síntomas al “exceso de gases”, pero en realidad esto no es así en todos los casos. Aunque con frecuencia existen alteraciones en la distribución y difusión del gas en el intestino, otras alteraciones del sistema nervioso autónomo, que regula el funcionamiento intestinal, pueden producir distensión abdominal. Esto puede suceder incluso en personas con una cantidad normal o casi normal de gas intestinal.

En algunos casos, la alteración de los reflejos fisiológicos que permiten la relajación involuntaria de la pared del abdomen, el control de la presión intraabdominal o la percepción de las sensaciones viscerales, son los mecanismos fundamentales de molestias en las que el gas intestinal tiene muy poco o nada que ver.

Trastornos que te pueden preocupar

Además de estas circunstancias ya mencionadas, también deben tenerse en cuentas otros problemas digestivos como la enfermedad celíaca, alteraciones del funcionamiento del páncreas o alteraciones en la anatomía de los órganos abdominales debidas a intervenciones quirúrgicas previas. Las adherencias o bridas, cicatrices que se forman en la membrana que recubre todas las vísceras abdominales y que se producen tras cirugías, inflamaciones o infecciones, pueden producir importantes trastornos en el movimiento intestinal. Esto puede inducir molestias y dolor abdominal variable. Pero, sin duda, la preocupación más importante para l@s pacientes es: ¿puedo tener una tumoración intestinal o ginecológica? ¿tengo una cirrosis y se está acumulando líquido (ascitis)? Estas última opciones, por fortuna, son infrecuentes, pero deben descartarse.

Las pruebas que me han hecho son normales… pero no me encuentro bien.

Con frecuencia los pacientes con hinchazón y distensión abdominal se sienten incomprendidos. Una paciente contaba su periplo de 1 año de evaluaciones médicas. Cuando le detectaron una infección por Helicobacter pylori, sus médicos pensaron que habían encontrado la causa de sus molestias. Sin embargo, como el tiempo confirmó después, es muy improbable que ningún síntoma intestinal mejore de forma significativa tras el tratamiento de una bacteria que solo puede vivir en el estómago.

Al igual que en este caso, en las pruebas complementarias se encuentran con frecuencia alteraciones de todo tipo, que no siempre justifican los síntomas. Esta situación no debe distraer la atención de los médicos ni exponer a los pacientes a pruebas innecesarias o peligrosas.

A las pruebas me remito

No existe ninguna prueba que sustituya una evaluación clínica cuidadosa. Realizar preguntas dirigidas para obtener detalles importantes sobre posibles desencadenantes o atenuantes de los síntomas así como una adecuada exploración física, son absolutamente imprescindibles.

Una vez obtenida toda esa información, su médico debe definir un plan de actuación destinado a descartar enfermedades potencialmente graves y detectar posibles factores que puedan actuar como un agravante de los síntomas:

  • Pruebas de aliento para diagnosticar intolerancias a hidratos de carbono o alteraciones de la distribución de las bacterias intestinales.
  • Análisis de sangre para descartar enfermedad celíaca o alteraciones metabólicas que puedan alterar el funcionamiento intestinal
  • Pruebas de imagen del abdomen. Las ecografías suelen formar parte de la evaluación inicial, pero en otros casos pueden ser necesarios otras técnicas para evaluar el intestino delgado o el páncreas.
  • Endoscopias digestivas altas (gastroscopias) o bajas (colonoscopia) si se sospecha alguna obstrucción o inflamación intestinal.
  • Pruebas de función anorrectal cuando puede estar implicado el suelo pélvico.

Hablemos del tratamiento

No existe una receta mágica que tenga éxito en todos los casos pero tenemos buenas noticias. Es posible conseguir un alivio significativo de los síntomas en la gran mayoría de los pacientes. En la definición del plan terapéutico es importante identificar los aspectos más importantes para el paciente. Esto permite priorizar su tratamiento y aclarar el balance riesgo / beneficio de las alternativas farmacológicas o de las vinculadas a cambios en el estilo de vida.

Las opciones terapéuticas suelen incluir, en casi todos los casos, cambios en la dieta. En otras ocasiones pueden ser necesarios también tratamientos farmacológicos. El empleo de pautas de corta duración de antibióticos específicos, agentes que modulan el movimiento intestinal o medicamentos que pueden modular la percepción del dolor visceral son algunos de ellos. Algunas técnicas de rehabilitación del suelo pélvico pueden formar parte del plan terapéutico de pacientes con alteraciones de la función anorrectal.

La relación entre los médicos y sus pacientes es, en estas situaciones, aún más importante si cabe que en enfermedades donde la forma en que se producen es mucho más evidente y sencilla de explicar.

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