Dolor abdominal crónico:

El dolor como enfermedad

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El dolor es una experiencia subjetiva relativamente frecuente que todos hemos sentido tras lesiones musculoesqueléticas o como resultado de alteraciones de los órganos internos, habitualmente en el contexto de inflamación, infección o la distensión del tubo digestivo.

Los mecanismos fisiológicos del dolor están ampliamente conservados en el reino animal y presentan asombrosas similitudes en animales muy diversos, indicando por una parte su antigüedad evolutiva y por otra su importancia en la preservación de las especies. Se trata de una eficaz señal de alarma que debe indicar que existe un trastorno que requiere atención. El dolor articular o muscular hace que el animal disminuya su actividad o evite ciertos movimientos, en espera de la recuperación de la fisiología normal e igualmente el dolor de estómago tras comer alimentos potencialmente tóxicos o en mal estado hace que evitemos su ingesta en el futuro.

Sin embargo, el dolor que se prolonga durante mucho tiempo, especialmente si es intenso y refractario, conduce a un escenario clínico completamente diferente, en el que el dolor puede convertirse en el centro de la experiencia vital, dificultando o incluso anulando el resto de vivencias.

Dolor abdominal crónico mediado centralmente

Cuando el dolor abdominal se prolonga durante meses o años, en ausencia de una causa anatómica o funcional identificable, los mecanismos que subyacen son más complejos y diversos. En la mayor parte de los casos, su causa es una alteración de los propios mecanismos neurológicos encargados de la detección, procesamiento o percepción consciente del dolor. En estos casos el dolor es la enfermedad.

Las neuronas que transmiten al cerebro las sensaciones de los órganos internos, por lo general tras detectar estímulos de naturaleza química o mecánica, establecen inicialmente conexiones con áreas especializadas de la médula espinal, desde donde ascienden vías ampliamente interconectadas que finalizan en un conjunto de estructuras localizadas en el tallo cerebral y la base del cerebro. En este punto, un grupo de áreas cerebrales conocidas como  sistema límbico modulan la forma en la que experimentamos la experiencia dolorosa y la vivencia del componente emocional asociado al dolor.

Mediante estudios de neuroimagen dinámica, en los que es posible analizar la distribución e intensidad de la activación cerebral en el dolor, se ha apreciado la importancia de estas vías neurológicas en el dolor crónico y sus repercusiones en la calidad de vida. Aunque aún existen importantes lagunas, los conocimientos adquiridos en las últimas décadas han permitido una mejora sin precedentes en nuestra comprensión del dolor crónico.

El término “dolor abdominal mediado centralmente” engloba a los síntomas previamente incluidos bajo el término “dolor abdominal crónico funcional”, caracterizados por dolor más o menos continuo y de larga evolución, sin clara relación con la ingesta o la defecación, y en el que no es posible identificar enfermedades de los órganos de la cavidad abdominal. La desaparición del término “funcional” reconoce que sus mecanismos básicos no guardan relación con alteraciones de la función del tubo digestivo, tales como el peristaltismo, asignando a la lesión de las vías de transmisión del dolor, o a las alteraciones en el procesamiento de los estímulos en el sistema nervioso central, un papel causal.

La identificación adecuada de este síndrome tiene una gran importancia en el pronóstico. Diagnósticos erróneos de supuestas enfermedades intestinales, biliopancreáticas o genitourinarias hacen que muchos pacientes sean sometidos a pruebas diagnósticas invasivas e innecesarias o cirugías que pueden, en algunos casos, empeorar el dolor o asociar nuevas complicaciones.

Una historia clínica cuidadosa permite no solo un diagnóstico adecuado sino también detectar las áreas en las que las terapias serán más efectivas. Combinaciones de tratamientos farmacológicos y, en ocasiones, cambios en las pautas de alimentación, estilo de vida y el diseño de estrategias de gestión del dolor, pueden mejorar los síntomas en la mayor parte de los casos.

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